Capítulo 6. The Party's Just Begun

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Me dirijo hacia la dirección que me han enviado esta mañana por teléfono

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Me dirijo hacia la dirección que me han enviado esta mañana por teléfono. Está cerca de Queens Street Port, entre un enjambre de edificios sin ningún orden. Esta parte de la ciudad es el caos. Si alguna vez venís a visitarla, no os recomiendo que paséis por este barrio, a menos que queráis ser apuñalados y, con toda probabilidad, despojados de todas vuestras pertenencias. Hay que andarse con ojo, sobre todo si no eres yo. No es por nada, pero prácticamente me he criado sola y he aprendido a moverme por estos entornos. Bueno, soy casi la heredera de una cuarta parte de un imperio criminal, eso dice mucho de mí, ¿no?

Oh, es ahí. El número 345. Tiene muy mala pinta, no te voy a engañar. Es un edificio casi abandonado, al que le faltan varias decenas de ladrillos. Sus paredes están llenas de grafitis, y no de grafitis bonitos, sino de esos en los que se escriben palabras obscenas y sin sentido, o una firma de algún tío que se cree más importante de lo que en realidad es. Ah, y huele a pis, y toda la calle está repleta de basura, por supuesto. Pero bueno, esta es la esencia de Queens Street. El resto de edificios no se diferencian mucho de este. Al menos no hay ningún borracho merodeando.

La única puerta que hay es la persiana de un garaje que algún día fue gris, pero hoy está oxidada y garabateada. Doy tres golpes con el puño, muriéndome del asco.

—¡Voy! —exclama una voz dese dentro.

Se escucha un poco de ruido, y poco después la persiana sube bruscamente con un chirrido que hace que me piten los oídos. Aparece Summer, que me dedica una gran y blanca sonrisa. Ahora puedo ver la guarida de mis nuevas compañeras, se encuentran en la penumbra, pero hoy no hay velas que alumbren. Cruzo un pequeño pasillo que hay con algunos trastos viejos y chatarra, y al fondo están Gia y Venus. El aroma a polvo y objetos cuyos dueños olvidaron aquí abajo hace que me pique la nariz.

La pequeña sala está iluminada por varios tubos de luces fluorescentes, algunos parpadean, por lo que le da un ambiente tétrico a la escena. Las chicas están trabajando en una mesa rectangular en la que hay ordenadores y otros dispositivos tecnológicos. Al fondo hay una pizarra con fotografías, aunque la mayoría de documentos están esparcidos por la mesa.

—Bienvenida a nuestro centro de operaciones, Girl —dice Venus, abarcando con un gesto toda la habitación.

Sonrío brevemente y me siento en un sitio libre. Ojeo un poco los documentos que tengo delante, pero sobre todo me fijo en el gran plano que ocupa toda la mesa.

—¿Qué me he perdido? —pregunto, inclinándome sobre el mapa.

Venus se acerca a mí para señalarme en el plano mientras habla.

—El Barón quiere que robemos la tiara, una de las joyas más valiosas del mundo. Y se va a exhibir esta misma noche en el desfile de moda de Jean-Pierre Lupin. Va a estar lleno de celebridades y...

—¿Dónde es el desfile? —la interrumpo.

Pone los ojos en blanco y suspira.

—A eso iba, Girl... —se queja, pero acto seguido vuelve al plano y señala el nombre del sitio—. El Midnight Enchanted, el teatro más importante de Soundway.

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