CUARENTA Y UNO

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"CUARENTA Y UNO"

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"CUARENTA Y UNO"

"¡Hola! Sé que no nos conocemos de nada, pero la verdad es que no soporto ver a la gente llorar... ¿Necesitas algo? Creo que tengo un pañuelo en mi mochila- ¡No llores más!"

El pelinegro levanto la mirada avergonzado, pero las gordas gotas saladas seguían paseándose con libertad por sus pálidas y consumidas mejillas. Su estómago dolía tanto que los feos hematomas que se tornaba morados en sus costillas, pasaban a segundo plano. Él quería comer. ¿Cómo le iba a pedir ayuda a un extraño que ni a sus más cercanos amigos (que no tenía) les contaba?

Pese a eso, estiró su mano para tomar el pedazo de papel que el rubio le tendió, y trató de secar sus lágrimas. Volteó a ver el pasillo vacío, una clara indicación de que -no realmente- ser dejado solo. El mayor no entendió la indirecta, sentándose a su lado con una sonrisa cálida, sin decir nada. Mientras el silencio se prolongaba, el pequeño se sentía obligado a decir algo y cortar la tensión.

"Gracias." Parece que ese pequeño murmuro le soltó la lengua al otro, que contestó con rapidez.

"No hay de qué. Lo digo en serio. Cuando alguien llora, no puedo soportarlo."

Más silencio.

"¿No te vas a ir?" No te vayas, por favor.

"¿Quieres que me vaya?"

"Sí." No.

"Está bien, me tranquiliza que ya no estés llorando. "

Cuando el rubio se levantó, colgando su mochila en su hombro, la mano del otro voló hasta su manga, jalándolo de regreso a su lugar, evitando que escapase.

"JungWon."

"¿Mhm?" El más alto ladeó la cabeza.

"Mi nombre." Las mejillas del menor se sonrojaron un poco, dándole un aspecto más vívido. "Me llamo Jungwon."

La sonrisa del rubio alivio la tensión en los hombros de Yang. Se veía sincero, lo cuál le permitió bajar sus defensas, aunque fuese un poco.

"Yo soy Taki, mucho gusto, Jungwonnie. ¿Entraste a primer año?"

Jungwon asintió sin saber qué más decir, pero agradeció silenciosamente cuando Taki regresó a su puesto.

"Yo acabo de pasar a último año. ¡Así que disfrutemos de un año juntos, Junwonnie!"

"No digas cosas tan vergonzosas, hyung..." Pese a la reprimenda, Taki dejó escapar una risa ligera, que contagió a su nuevo amigo.

Taki decidió que quería hacerlo reír más seguido.

"¿Por qué llorabas?" La risa de Jungwon desapareció y Taki se arrepintió de su pregunta al instante. "No tienes que decirme si no quieres."

"Gracias, porque no quiero."

"Oh."

Jungwon le sonrió con burla, y Taki pudo darte un vistazo a la maldad que ese pequeño chico, que aparentaba ser un ángel abandonado, ocultaba una maldad que hizo que Taki estirada su dedo y presionará en el hoyuelos que esa sonrisa burlona creaba.

"Bueno, ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?" Jungwon negó al instante en que su estómago gruñó con fuerza atronadora. El rubio subió ambas cejas interrogante y Jungwon bajó la cabeza con una risa quebrada. "¿Quieres que te acompañe a comer?" Jungwon negó de nuevo con la cabeza con tanta rapidez que el mayor se sorprendió de que no se merara. "¿Seguro? Tienes hambre."

"Uh, no tengo... No tengo dinero aquí."

""¿Vives cerca? Podemos pasar a tu casa."

"Todo está bien  no te preocupes, hyung."

Su respuesta pareció satisfacer a Taki  porque el rubio se levantó, tomó su mochila y removió el cabello suave del chico, antes de desaparecer por el pasillo. Jungwon no formuló ninguna palabra, viéndolo alejarse más en cada instante que pasaba. Se dobló sobre si mismo ante el dolor que golpeaba su estómago nuevamente. Estando solo, sus ojos picaron con lágrimas.

"¿Hace cuánto que no has comido?" Se paralizó ante la dulce voz de Taki.

"Tres días." Murmuró, y jamas se había sentido más pequeño que bajo los acaramelados ojos del rubio.

"Toma."

Frente a él estaba un paquete caliente de fideos, y olía tan delicioso que no tuvo tiempo de modestiad. Ya se encontraba devorándolo. Taki decidió que quería ver a Jungwon riendo y comiendo siempre. Y él no rompía sus promesas.

"Comamos mañana juntos, Jungwonnie."

"No, no, ni pensarlo, no. Todos siempre se juntan en la cafetería. ¿Y cuando sepan que me pagaste de comer? Además, la gente querrá saber porqué un don nadie de primero se junta con alguien como tú, ¿Y si luego quieren hablar conmigo? ¿Y si digo algo incorrec-"

"¡Dios, está bien!" Le interrumpió Taki riendo, tomando los palillos y llenando la boca de Jungwon con más fideos. El chiquillo le vio con los ojos muy abiertos y las mejillas llenas. "Nada de llamar la atención, ¿Vale? ¿Qué tal si nos vemos aquí mismo mañana, y te compro algo y hablamos más?"

Jungwon asintió, dejando el bol vacío de comida a un lado y abrazando el brazo del mayor sin pensarlo, casi por inercia.

"¡Gracias! Por favor... ¡Cuida de mí y te lo recopensare algún día!"

Las mejillas de Taki se calentaron y durante unos segundos tuvo que contenerse para no llorar. Aceptó murmurando vagamente y abrazándolo de regreso.

Se vieron todos los días por un año ahí mismo, debajo del letrero del salón 248.

"N"

𝐍𝐞𝐱𝐭 𝐃𝐨𝐨𝐫 ♔︎ 𝐒𝐮𝐧𝐊𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora