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Niki le dio la razón a Daniel. No llevaban demasiado siendo amigos, si es que se podían considerar así, pero le había quedado claro, de alguna manera, Daniel tenía un gran conocimiento de la vida. Sus consejo estaban llenos de verdad, y confiaba en él. Así que ese mismo día le envío un mensaje a Sunno para reunirse.
Decir que no estaba temblando de nervios era mentir descaradamente. Una parte de él tenía miedo de verlo y correr a sus brazos. La otra tenía miedo de no hacerlo. Básicamente un callejon sin salida en la que él acabaría mal, pero tenía que hacerlo. Tenía que verlo de nuevo o se volvería loco.
Aun recorda a a la perfección la última vez que se vieron. El miedo que sintió al ver a Sunno en el suelo, al ver a la gente rodearlo. Sunno le pedía perdón con la mirada, pero Niki no pido consolarlo, porqie ni él mismo tenía consuelo. Así que se dio la vuelta y continúo caminando hasta que llegó a su departamento.
A partir de ahí, las cosas se volvieron un tanto borrosas. Empacó sus cosas y se largo, empezó a quedarse en un hotel. Era una forma de vida cara, ais que buscó un trabajo. No pudo evitarlo, no cuando la cafetería favorito de Sunno busca a empleados. Acabaron ahí por accidente, luego de una cita afueras de la ciudad.
Ambos decidieron refugiarse de la lluvia pasajera ahí, y Sunno se enamoró del lugar. Jamás volvieron a ir, porque se encontraba a dos horas de su departamento, pero no lo olvidaron. "No puedes decir que te has enamorado del lugar si sólo hemos venido una vez, Sun." Le había dicho Niki. "¿Por qué no? También me enamoré de ti la primera vez que te vi." Con eso, el menor no dijo nada más, sus mejillas sonrojadas mientras se inclinaba a besarlo. Supo a chocolate caliente y crema batida.
Niki negó con la cabeza. Eran justo ese tipo de pensamientos los que quería evitar tener, sobretodo una vez que se vieran. Se pondría a llorar frente a él y en el peor de los casos, le rogaría que volvieran, aún sabiendo que eso no era la decisión correcto.
Se despidió de Daniel cuando su turno terminó ese día. El chico le deseó mucho amor propio y Niki no pudo contener una risita. "Esto no es cuestión de suerte, Nini. Si te amas a ti mismo y piensas en lo que es bueno para ti, harás las cosas bien." Le había dicho hace un rato. Lo mad probable es que tuviera razón.
Tuvo dos horas para ponerse más ansioso y cuando llegó el lugar que habían acordado, veinte minutos antes, sintió que iba a vómitar. Estaba listo para esperar, caminando hacia su punto de encuentro, pero lentamente empezó a arrastrar sus pies hasta que estuvo por completo detenido. Sunno ya estaba ahí, sentando en una banca, con la cabeza agachada. La respiración de Niki se volvió trabajosa. Sunoo tenía el pelo negro ahora, pero él lo hubiera podido reconocer con cualquier tono.
