El miedo podía llegar a paralizar, era claro que Adhara a pesar de sentir sus piernas temblar, no bajo la guardia, estaba en una parte bastante compleja, donde los animales salvajes eran algo del pan de cada día, la diversidad en aquellos tiempos era demasiado superior a la del futuro.
— ¡Definitivamente hemos destrozado mucho! — dijo esta al ver la belleza, tenía claro que Escocia era un lugar bastante cuidado en su tiempo, pero esto era mucho más, la vida era mucho abundante y eso no era de discusión.
Nuevamente se estaban moviendo los arbustos, algo la hizo saltar del susto y ante ella había un pequeño felino, un poco perdido; lo miro con un poco de tristeza, aquel que estaba viendo en ese momento, estaba en amenaza de extinción, era algo que causaba , pues estos habían comenzado a perder su espacio en la tierra gracias a la casa indiscriminada y a la pérdida de su espacio.
Lo observo nuevamente y sonrió con tristeza, era pequeño, se notaba en su estructura, sin pensar, tomo un poco de la cecina que había empacado y se la dio, quizás eso calmaría un poco el hambre de aquella belleza, se acercó, este parecía no estar preocupado por la cercanía; en su clase de historia estado hablando precisamente de ese tema, era parte de su , El gato montés de Escocia o el gato Kellas es la inspiración probable de la criatura mitológica escocesa, Cat sìth, símbolo del clan Chattan, desde el siglo XIII. La mayoría de los miembros del clan de Chattan tienen el gato montés de Escocia en sus insignias, y su lema es "Touch not the cat bot a glove" (no toque al gato sin usar guantes). Recordar aquello le causaba una impresión grande.
Algo le gruño muy cerca y supo que era la madre de aquella criatura, algo que estos en su reputación era su carácter, algo agresivos, podían atacarla, así que se totalmente quieta, no tener un problema con esta.
Estaba nerviosa, las hembras no salir mucho, eran los machos los que cazaban casi siempre, pero ahí estaba, cuidando y defendiendo a su pequeño.
— ¡No te muevas! — dijo una voz bastante gruesa, miro hacia el mientras levantaba sus manos, no porque lo había hecho, pero ahí estaba con las manos levantadas y con los nervios a flor de piel.
— No les dispare — le susurro al ver que este estaba apuntando su arco hacia ellos.
— Si no los mato la que morirá eres — le dijo mientras apuntaba con seguridad.
— No me importa si me mata, pero respetadle la vida, ella se ira, solo ha venido por su pequeño — le dijo un poco más fuerte, no dudaría en interponerse si este decidía hacer caso omiso a sus palabras.
— Esta realmente loca, nadie arriesgaría la vida por tan solo dos bestias — sin entender a la joven.
— ¡Estos pequeños tan solo se alimentan de conejos, no me mataran y tampoco quiero cargar en mi mente el remordimiento de haber acabado con sus vidas y ayudar a su extinción en el futuro! — dijo ahora molesta y como si aquellos pequeños hubiesen escuchado sus palabras, termino de comer aquel cachorro y se marchó junto a su madre, verlos marcharse y perderse en medio del bosque era lo más hermoso que había experimentado.
Bajo sus manos y se giró ante aquel que le había ayudado.
— Gracias por su ayuda — dijo mientras tomaba sus cosas y volvía a emprender camino, no debía confiarse de nadie, no con qué intenciones se podían acercar.
— ¿A dónde vais sola? No es lugar para una mujer — le dijo y en seco, algo que odiaba de aquella época era el machismo extremo en el que vivían.
— Una mujer puede caminar sola sin que este en peligro, estoy sana y eso depende de sus intenciones — le dijo indignada y este se sorprendido, era una mujer con un carácter bastante peculiar, algo gracioso.
— No lo digo por mí, señora, lo digo por lo que se pueda encontrar en un lugar como este, no la veo preparada para defenderse, así que intuyo que debe estar huyendo de casa, dejadme ayudarle y acercarla a un lugar seguro — le dijo este, parecía ser que de todo estaba un poco perdida.
— No de qué habla, se para voy y no es de su incumbencia, ¡jamás montaría aquella bestia! — le y cuando intento volver a caminar, se vio elevada por otra persona.
— Se montará, quiera o no — le dijo este y ante el asombro esta comenzó a gritar.
— ¡Mujer, para ya, si seguís así me harás caer y creedme que no es buena idea! — respondió el otro hombre mientras la fuertemente.
Reconocía aquella voz, sabía a quién pertenecía, se estremeció y quedo en total silencio.
Este al ver que se , arranco su caballo mucho
Al cabo de unos minutos estaba junto a un grupo bastante grande de guerreros, que no eran muy amables y hospitalarios que dijera. Este la dejo en el suelo nuevamente y Adhara cayó al suelo un poco la pierna izquierda.
Estaba molesta, jamás se había un acto tan de su parte, pero al ver su rostro nuevamente se quedó petrificada, ante ella estaba Chaid, llevaba la barba mucho más grande, algo en su interior se removió, quería volver a verle, abrazarlo, incluso besarle, pero la mirada de este la hizo frenar, era fría, como si nunca en su vida hubiese estado.
— Chaid — dijo en un susurro mientras le miraba directamente a los ojos, acción que hizo que el Laird se incomodara.
— ¿No saludáis a tu señor de forma correcta? — Dijo con molestia, no quería que nadie le faltara al respeto frente a sus hombres y menos una mujer.
— ¡Vete al infierno! — le grito molesta, había cruzado la barrera del tiempo solo por él y este parecía no importarle ni un poco.
Aquellas palabras hicieron que este se molestara, odiaba a las mujeres maleducadas y esta se llevaba el título.
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Highlander, ¿bailamos?
RomanceAdhara, en Long Beach - California, es una de las porristas más conocidas en su ciudad, está decidida a no perder al amor de su vida, pero nunca se imaginó que lo encontraría muchos siglos antes de que existiera el internet. Perdida en un siglo dife...