Habían pasado dos meses desde que había llegado ahí, al parecer el favor de su señora había sido grande y Adhara podía estar un rato en tranquilidad, por momentos.
— Debemos preparar algo para los hombres, tenemos visita de uno de los clanes amigos y debemos hacerlo bien.
— ¿Qué clan? — le preguntó Adhara, todas las mañanas hasta después del mediodía, les pertenecía a las cocinas, pero cuando pasaban esas horas, tenía el tiempo de estar junto a Effie.
La relación entre ambas era bastante estrecha, se querían, realmente lo hacían.
— Los Cambell, estos siempre vienen un mes antes de la fecha de las justas, estarán aquí por un buen tiempo, así que prepárate mentalmente para causar una buena impresión a la señora Meribeth, aquí se hace lo que ella desee, además se dice que esta tiene algo con el señor — le dijo su compañera, dejándole un poco incómoda.
Aunque Chaid no siquiera la mirara, esta no podía dejar de verlo como su amor, era algo insoportable, un amor no correspondido.
— ¿En qué piensas? — preguntó esta al ver que Adhara se perdía en sus pensamientos.
— Solo me preguntaba qué tan bella podría ser — dijo, era algo que le había salido sin siquiera pensarlo, no podía pensar en más.
— Es preciosa, su nombre tiene como significado, la más bella y sí que lo es, en la Corte del rey se le ha declarado así y creo que los Cambell buscan una alianza con los Mackay, los hijos entre ellos deben de salir perfecto, pues mi señor no se queda atrás, es bello — dijo esta con una sonrisa, todas las mujeres parecían enamoradas de él.
— Yo no le veo lo bello al laird, ¿Has visto su nariz? Que fea es y ese pecho peludo, no me gusta, considero que no es un hombre en el que una mujer deba fijarse, a eso súmale tú sus modales — dijo esta mientras haciendo señar le daba un ejemplo de lo que pensaba.
— Y yo no me fijaría en una mujer como usted — le dijo este que estaba atrás, había escuchado todo y no le gustaba la percepción de esta sobre él.
— ¿Así que está es la famosa cocinera? — le preguntó un hombre alto, de cabello rojo como el fuego y unos ojos verde esmeralda.
— Parece ser que sí, no sé mi madre porque se empeña en tenerla aquí — dijo y salió molesto.
— Y yo espero verte aquí por mucho tiempo, eres preciosa — dijo el hombre y está se sonrojó, no quería que la sacaran, era lo único que pensaba día a día.
— Procuraré mantenerme bien y no dar paso a que mi señor me saque — dijo esta con ironía, haciendo que el recién llegado se marchará con una sonrisa ante sus ocurrencias.
— ¡Chaid! — le grito Tavish, al ver que este salía rápidamente.
— No me dijiste que era así de bella, sino la deseáis aquí, la puedo hacer llevar a mi hogar, estaría encantado de verle todos los días — le dijo este y Chaid le miró con cara de pocos amigos.
— Mi gente se queda aquí, no la enviaré a ti, no me interesa tu oferta — le dijo este y su amigo comenzó a reír más fuertemente.
— ¿Te gusta? — le preguntó con curiosidad y una sonrisa burlona.
— No, eso no es lo que pasa, solo que está bajo mi cuidado y mi madre me ha pedido mantenerla a salvo.
— Eso no explica tu molestia, creo que más bien reside en el hecho de que no te mira en lo absoluto, no es como todos, no ha caído a tus encantos — le contesto su amigo y este negó con la cabeza.
— Solo me molesta por su actitud, no respeta a su señor y me han dado ganas hasta de sacarla de aquí, solo que mi madre no me lo permitirá — le dijo este mientras comenzaba a limpiar sus armas, haciendo que su amigo imitar a su acción.
— Está bien, realmente no te quiere tampoco, tienes que haber tardado con ella muy mal para que sea así.
— Solamente me he comportado como un Laird, no puedo tener complacencias con ninguno — le dijo y este sonrió.
Desde que aquella joven había llegado a su vida, era imposible mantener la calma, no sabía qué pasaba, pues se sentía alterado y su corazón latía con fuerza, era como si algo le acercara a ella.
Se quedaron ahí en medio de una amena charla, querían usar sus armas y entrenar un poco, necesitaban volver a estar en forma, habían pasado algún tiempo quietos, pues no había novedades.
Adhara por su parte había decidido ir a buscar algo de hierbas, estas le ayudarían para la comida, sabía que en el bosque encontraría un par, había una parte que Arren le había dicho podía caminar sin problemas, una sola línea era la que distinguía hasta donde sería.
— A veces extraño a Celac, a Magno Y a Dorotea, siento que estos eran necesarios en mi vida — dijo con un poco de tristeza, a pesar de que en la cocina, se hablaba con las chicas que estaban en esta, sabía que al resto del pueblo no le gustaba, no quería causar problemas, pero tampoco se dejaría.
Se había quedado tanto en sus pensamientos, que no se había percatado de lo alejada que estaba, podía escuchar el sonido del agua y se acercó a aquel sonido.
— Esto realmente que es hermoso — le dijo esta y se quedó maravillada ante la vista, frente a ella había un gran manantial, u a fuente de vida.
— Quiero — dijo y quitándose todo lo que llevaba puestos, se lanzó, había aprendido a nadar desde que tenía tan solo cinco años, herencia de su padre y de su abuelo, estos habían sido nadadores profesionales, le habían enseñado todo lo hasta hoy sabía.
El agua era fresca y parecía ser que andaría un buen rato, el agua podía liberarlo un poco de todo el estrés que manejaba a diario.
— Te odio Chaid y a la vez no puedo hacerlo, ¿qué hago aquí si él no siente nada por mí? — se preguntó mientras disfrutaba del agua, estaba cálida, en invierno era algo del pasado, ahora el verano estaba con ella y parecía ser que esta estaba feliz de tenerlo.
— ¿Qué haces aquí? — le pregunto Chaid, había escuchado que alguien estaba ahí, en su lugar favorito, no esperaba que fuese ella, estaba de espaldas, parecía no estar interesada en mirarle.
— ¿Puedo tener un poco de paz? — le pregunto, su gripe había quitado y anhelaba un poco de esa agua fresca en cuanto la vio.
— ¿Puede usted dejar de ser tan insolente? Aunque se le olvide, le recuerdo que su amo soy yo — le dijo este en tono calmado, pero parecía ser que a esta no le inmutaba sus palabras.
— Un señor debería ganar su respeto por sus acciones y no por el miedo que quiere provocarle a su gente — le dijo mirándole directo a los ojos.
— ¿Qué acaba de insinuar? — pregunto, sabía perfectamente lo que esta quería decir.
— Si mi amo, deseo bañar, ¿me puede dejar en paz? — le pregunto girando su mirada hacía él, estaba ignorando su pregunta, no tenía intención de seguir aquella conversación.
Verla así le dio un fuerte remesón en su interior, sus ojos verdes resaltaban, su piel brillaba al chocar con el sol que parecía querer favorecerle aún más, su mirada se desvió un poco más abajo, su silueta era preciosa, alcanzaba ver un poco de la curva de sus pechos, su boca se reseco enseguida.
— Termine rápido, hay muchos hombres aquí y no todos se darían la responsabilidad de respetar su honor y debería usar algo, aunque sea, no quiero encontrarla nuevamente así — le dijo y esta torció sus ojos.
— Si tan solo recordaras que conoces cada rincón de mi piel — susurro y siguió nadando, aquellas palabras las había escuchado Chaid, la sensación era realmente extraña.
— ¿Qué hacíais ahí, vamos a bañarnos — le dijo Tavish Cambell.
— Regresemos, no tenemos mucho que hacer en ese lugar, está ocupado — dijo y este sin decir más, regreso.
— ¿Otra batalla? — pregunto el recién llegado y Chaid acepto.
Al cabo de unos minutos Cambell vio pasar a la joven, su cabello estaba húmedo, ahora entendía porque el lago estaba ocupado.
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Highlander, ¿bailamos?
RomanceAdhara, en Long Beach - California, es una de las porristas más conocidas en su ciudad, está decidida a no perder al amor de su vida, pero nunca se imaginó que lo encontraría muchos siglos antes de que existiera el internet. Perdida en un siglo dife...