CAPITULO XX

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El rey era un hombre justo, era algo que decían, ella no podía dar fe de esto, se había comportado bien ante lo que ella le había contado, parecía ser que estaba siendo consecuente a la situación.

— ¿Por qué has dicho que soy un hombre injusto? — le pregunto este, era una de las primeras veces que este le hablaba directamente a ella.

— ¡Jamás he dicho tal cosa! — le contesto, haciéndose la inocente ante lo que esta había dicho ante el rey.

— Si no quieres que de verdad te saque de esta casa, dime el porque me hiciste quedar como un injusto ante nuestro rey — le volvió a decir, ella era alguien que le sacaba de quicio, si tan solo pudiese callar, todo sería mucho más fácil.

— ¡Ayy es que me pones nerviosa, siempre pienso que me lanzaras a cualquier lado, eres experto y malvado — le contesto esta y se quedó mirándole con seriedad.

— ¿Me habéis visto lanzar a alguno? — le dijo Chaid con una sonrisa burlona.

— No, realmente no he visto que lances a alguno, menos a alguien de tu gente, pero siempre me amenaza con que lo hará, pensé que, si le hablaba así a su prometida, me lanzaría a la calle, es algo que usted es capaz de hacer — le dijo esta y Chaid soltó una carcajada, era la primera en mucho tiempo, oírlo era tan añorable, quisiera que fuera como antes.

— No entiendo por qué decís que es mi prometida, aún no he decido casarme y ya lo ha hecho por mí, solo quiero que se comporte como todos en este lugar, no sabía que era mucho pedir esto, no quiero que me trate como os plazca, soy su señor y el que le ha otorgado el derecho a vivir — le dijo y esta se sintió ofendida, no sabía que hacerle trabajar en jornadas extenuantes era un derecho a vivir.

— No sé si esto es vida, pero mis manos duelen, al igual que las de Auba, es algo que no me parece justo, usted no tiene la decencia de tener al menos cinco o seis personas en las cocinas, tres no damos abasto, solo lo ha hecho por estas semanas, si no estuviésemos en medio de un evento, todo seguiría igual — le recalco y este le miro con seriedad.

— ¿No puedes al menos agradecer? — le dijo este totalmente indignado.

— Yo le agradezco por darme un techo, pero no puedo decir que, en las mejores condiciones, si su madre no me hubiese cambiado de habitación, la neumonía me habría matado, es que eso es lo que me parece injusto y sé que lo hizo por maldad, en mi tiempo esto se le llama explotación laboral y negligencia, ¡mire mis manos! — le dijo mientras se acercaba a él, esta había decidido ponerse más cerca de él, no había sido consciente de su cercanía, solo estaba actuando por el momento.

Chaid observo aquellas pequeñas manos, estas estaban llenas de pequeños cortes y moretones, había una que daba justo al inicio de su dedo meñique, la toco y la sensación que sintió lo aturdió un poco.

— ¿Tu tiempo? — le pregunto, era algo que se había quedado de aquello que esta le había dicho, Adhara por su parte, sintió total nerviosismo, no se imaginó haberle dicho algo así y su corazón le comenzó a latir con fuerza.

— Es una expresión, me refiero a mi enseñanza, a lo que me decían en casa, es de las pocas cosas que puedo recordar — la arreglo como veces anteriores, debía dejar de decir aquello o terminaría en un problema bastante grande.

— Hagamos un trato — le dijo él y Adhara entrecerró los ojos y espero haber este que diría.

— Dejáis de hacerme la vida imposible, me contestáis con tranquilidad y decencia y yo os prometo que mirare que hacer con la gente en la cocina, turnos menos extenuantes y poder estar un poco en tranquilidad, con descansos — le dijo este, era un buen avance, dado que no tenían ni un solo descanso, pues la respuesta de este era que siempre había hambre, así que era algo que no se podía dejar de hacer.

— Acepto, espero que no cambie de opinión en un tiempo, me dolería saber, que mi señor es un hombre sin palabra — le contesto esta, haciendo que se riera nuevamente.

No podía asegurar que aquella joven le molestaba, contrario a eso, trataba de entender del porqué de su actitud, era una mujer fuerte, parecía ser que no tenía miedo a hablarle, le gustaba eso, no muchas personas le enfrentaban, callaban por miedo, él lo sabía.

— Los hombres de verdad son fieles a sus palabras — le dijo este y ella sonrió, sabía que él lo era.

Le tendió su mano para cerrar el trato, este la miro con extrañeza, era algo que no estaba acostumbrado a hacer con una mujer, Adhara era demasiado interesante, era algo que admitía sin miedo, era algo que no podía negar.

La sensación que sintió al tomar su mano fue bastante interesante, como si una corriente se desplazara entre ellos.

— ¡Aquí estas! — dijo Arran interrumpiendo a estos dos, estaba buscando a Adhara y cuando vio que esta estaba con su señor, se sintió como un idiota.

— Mi señor, excúsame, no sabía que estabais aquí — le dijo y Chaid le miro fijamente. — Ya he terminado con Adhara, hemos quedado en un trato, espero lo cumpla — le dijo desviando su mirada hacia ella y bajando su mano, aquella acción le dio un poco de tristeza, quería sentirlo un poco más, el frio fue la sensación que sintió al ver que este se alejaba.

— Si mi señor — dijo esta con una sonrisa burlona.

— Perdón por interrumpiros — le dijo a ella al ver que este ya se había marchado.

— Creo que ya no me odia, ha aceptado mirar las condiciones de las que trabajamos en las cocinas, creo que hará un cambio — dijo esta y Arran se quedó asombrado.

— ¿El laird ha decidido escucharla? — le pregunto totalmente sorprendida, era algo que no se imaginaba, él nunca lo hacía y parecía ser que Adhara había logrado algo que ni su madre Larissa había hecho.

— Si, creo que cumplirá, yo he prometido respetarle y no ser tan imprudente — le dijo esta y sonrió, estaba convencida en que todo mejoraría.

Highlander, ¿bailamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora