CAPITULO XIV

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Reconocer, palabra que parecía no existía en el mundo de Chaid, no la recordaba en lo absoluto, no entendía por qué aquella joven se comportaba de forma tan insolente, no lo aceptaba.

— ¿Cómo te atreves a hablarse si a tu laird? — le dijo por enésima vez, ya se estaba cansado de la forma en que esta se expresa, le estaba agotando la paciencia.

— Le habló de una manera correcta, Chaid, ¿me recuerdas? — le dijo totalmente sorprendida ante su manera de tratarle.

— ¿Cómo osas en tratarme sin respeto? — le dijo e hizo una seña a sus hombres, estos no dudaron en atar sus manos, esta al contrario a lo que pensaba, no opuso resistencia, estaba triste por cómo le estaba tratando y por no recordarla, ¿Había olvidado todo entre ellos? Pensó.

No sabía mucho sobre lo que estaba pasando, realmente.

— ¿Hacia dónde me llevan? — dijo y este se quedó mirándole.

— No os llevaré conmigo y no me interesa quitarle la vida por su insolencia, pero nos darán algo de dinero, servirá a mis hombres — le dijo y está se sorprendió aún más, se sentía herida.

— ¡Maldito machista! — le grito con una molestia descomunal.

Todos se quedaron sorprendidos por la manera en que la joven le había hablado, esta a su vez estaba sorprendida por la actitud del supuesto amor de su vida.

— Prefiero eso a tener que llevarla conmigo, hice una promesa de no volver a asesinar a una sola mujer, por eso no rebano su cuello en este mismo instante, me está acabando la paciencia y eso es mucho decir — dijo y todos se miraron.

Justo cuando iban a arrancar, fueron a echados por los hombres de Duncan Skay.

— Chaid, el frío — dijo en modo de saludo, miró a todos y posó su mirada en aquella joven.

— A ti podría reconocerte de lejos, eres tú la joven que se atrevió a hablarme de aquella manera —dijo entre risas al ver cómo la llevaban atada, quizás había cometido otro delito.

— No os Skay, en buenas manos y los modales no son su fuerte — le dijo este y Duncan se puso serio enseguida, aquellos ojos eran realmente preciosos, verdes, esta no bajaba la mirada, contrario a todo, levantó tanto su cabeza, que hizo que el manto que llevaba en la cabeza cayera, dejando ver su hermoso cabello.

— Y es hermosa — dijo este y Chaid frunció el ceño, no podía negar que aquella joven poseía gran belleza, pero no era para perder los estribos.

— No entiendo cómo pueden vender a una mujer, no soy un juguete o algo que puedan cambiar, es lo que odio de estos tiempos, machismo puro — dijo interrumpiéndoles.

— ¿Sigues? — le preguntó Chaid, no estaba dispuesto a dejarla en manos de Duncan, que al parecer la miraba con codicia, la quería y este no se la iba a entregar, sabía lo que podía pasar con aquella chica y no estaba dispuesto a dejarla con aquel loco.

— La juzgare en mis tierras, podéis entregármela — dijo este y Chaid le miró con seriedad.

— Esta en mis tierras así que yo decidiré que hacer con ella — le dijo, habían olvidado por completo aquellos gritos y miles de palabras de la joven, parecía que esta no tenía voto en aquella batalla verbal.

— Es mía — sentenció Duncan, haciendo que Chaid bajara de su caballo y se situará frente a él, cubriendo aquella joven.

Este al ver que su grupo era más pequeño y que los guerreros Mackay eran un grupo bastante fuerte, no los podía subestimar jamás.

Highlander, ¿bailamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora