CAPITULO XIX

42 13 0
                                    


Los celos eran algo que Adhara nunca había experimentado, en su vida, solamente había tenido dos parejas anteriores, quizás solo una, no podía decir que Tonny era su novio, porque jamás llegaron a oficializarlo, pero jamás había sentido la sensación de malestar como el que estaba sintiendo en ese momento.

Mientras tanto allá abajo, Chaid recibía a todos, la hermana de Tavish siempre tenía un trato demasiado cercano, incluso cuando ya le había dicho que no le gustaba, esta parecía no entenderlo, era algo que no le interesaba escuchar y era realmente molesto, su amigo lo sabía, la diferencia era que no podía hacerle una mala actitud, pues su padre era miembro del consejo, este era el encargado de casi todo lo relacionado con el rey, un desplante, crearía una tensión innecesaria.

— Tranquilo, creo que cuando lleguen todos, te dejara en paz — le dijo su amigo entre risas burlonas, conocía a su hermana y esta parecía tener una obsesión por Chaid, para ella, era el hombre de sus sueños y su futuro consorte.

— Que así sea, no me veo con tu hermana toda la vida — le contesto y este se quedó mirándole con cara de molestia, haciendo que el otro soltara una carcajada.

— Haz buena cara, ya sabes que el rey estará aquí presente — le dijo este y siguió serio, era su expresión matutina.

Después de recibir a varios, este le tocaba esperar a la segunda llamada, parecía que faltaran más clanes y el rey, era el invitado principal.

Chaid no pidió creer lo que veía, junto al rey estaban los Skay, no podía decir nada de aquella familia, tan solo su rencilla se limitaba a Duncan, este parecía estar bastante feliz de volverle a ver la cara, no perdería la oportunidad para una competencia entre ellos, siempre existiría aquella rivalidad, era algo inevitable.

— Laird Chaid — le saludo mientras bajaba de su cabello y se paraba frente a él.

— Duncan Skay — le contesto, se podía sentir la tensión entre los dos.

— Espero que estas justas puedan traer un poco de paz entre vosotros — intervino el rey y estos hicieron una venia ante su presencia, el resto se presentó, era la primera vez en muchos años en la que los Skay habían decidido participar.

— Espero puedas manejarlo bien — le susurro Tavish al entrar junto a él, sabía que aquello se podía salir de control, pero ahí estaría pendiente de todo, no dejaría que se arruinara todo el evento, por toda la tensión acumulada entre ellos.

Adhara había estado observando todo desde donde estaba, Effie dormía, despertaría para la comida, así que tenía que estar pendiente y decidió quedarse en las cocinas para ayudar.

Tomo un cuenco y comenzó a macerar las especies, las pondrían en los corderos, Auba no estaba sola, esta vez la acompañaban algunas mujeres, era necesario que muchas sirvieran.

— Deberías descansar, sabéis que aquí hay bastantes y tú tienes otra tarea, así que ve donde Effie, debes estar cuidando de ella — le dijo Auba.

— Tu nombre es muy español — le dijo Adhara y la chica se sonrojo, su abuelo lo era y había llegado ahí por error, se enamoró y se quedó.

Se marcho con la intención de ayudarles para la cena, se fue por los jardines, quería recoger algunas flores para Effie, le gustaba la habitación llena de estas. Se acercó a las rosas, las habían sembrado un año antes de que ella llegara, las olio, disfrutaba aquel aroma.

— Las rosas blancas no tienen tanto olor como las rojas, es algo que debería saber si sirve para el laird, creo igual que no le gustan — dijo una voz dulce, se giró a mirar quien era y frente a ella estaba Meribeth, esta estaba mirándole con seriedad.

— ¿Por qué lleváis uno de los vestidos de tu señora? — le pregunto con molestia, al parecer, la joven se estaba aprovechando de su señora Larissa.

— Primero, buenos días, segundo, sé cuál es la diferencia entre una rosa roja y una blanca, su olor al igual es fascinante, pocas personas lo pueden apreciar y tercero, no robo, esto me lo ha dado ella misma, cuarto que se me olvida, esto que llevo en mis manos no es para Chaid — le dijo y se giró, no quería ni siquiera tener que hablarle, esta estaba ofendida y la tomo del cabello, la ira de Adhara iba creciendo poco a poco, no podía decir mucho, pues el hermano de la joven y el Laird Mackay estaban a punto de llegar al punto donde ellas estaban, esta sin más la arrastro hasta donde los demás hombres estaban.

— ¡Esta insolente osa hablarle por su nombre en mi presencia, además de eso, ha robado el vestido de su señora — le dijo esta al rey que iba llegando al escuchar a la Meribeth gritar.

— ¿Adhara es eso cierto, has robado un vestido de mi madre? — le pregunto y esta se molestó aún más, ella no sería capaz de hacerlo, se quedó en silencio mientras le miraba mal.

— Señorita, se le ha hecho una pregunta, espero que a su rey si le pueda contestar — le dijo el alto mandatario de todo, el lugar se había quedado en silencio, Adhara hizo una venía, la mujer que le acusaba, la tenía aun agarrada de su trenza.

— Mi señor, es falso de lo que se me acusa, he decidido ir por rosas y me ha atacado, no creo que, por ser una simple sirvienta, deba recibir tal trato, he decidido callar, porque entiendo mi lugar, pero os pido que tome en cuenta que lo que digo es cierto.

— ¿Cómo he de saber que habláis con la verdad? — le pregunto, de alguna manera, se estaba divirtiendo.

Adhara se levantó del suelo y safo su cabello del agarre de la mujer, su esmerada trenza había desaparecido.

— Soy una de las cocineras del castillo, pero mi señora me ha pedido que cuide de miladi Effie, dada la afinidad que tenemos, me ha pedido que use sus antiguos vestidos, mi uniforme no era algo presentable para estar frente a usted, mi señor — le contesto y este sonrió, aquella joven tenía buenos modales y una manera de expresarse exquisita.

— No hay quien testifique a su favor — le dijo este con una sonrisa al ver la expresión que ponía.

— Puedo dar fe de ello, mi señor, he sido yo quien le he otorgado mis vestidos — dijo Larissa mientras hacia una venía a su rey.

— Teniendo un testigo presente, doy por terminada la discusión, Adhara, vuelve a tus labores — dijo con curiosidad, no había visto una joven tan bella en su vida.

— Gracias mi señor, por su compasión, es el único que me hubiese escuchado, creedme que, si lo hubiera tomado sin permiso, mi laird ya me hubiese sacado al bosque, en medio de la nada — aquello hizo divertir al rey, la mujer no tenía miedo de expresar lo que pensaba, estaba claro, que Chaid no era de su agrado.

Highlander, ¿bailamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora