CAPITULO III

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— ¿Chaid Mackay, te llamas así? — le preguntó Adhara totalmente sorprendida.

Había pasado tantos años soñando con viajar a las mismas highlands para tener un hombre como aquel y ahora lo tenía entre sus brazos.

Este no sabía que pensar, había pasado demasiado tiempo con una mujer que conocía muy poco, sus hijos eran algo enigmático.

— Solo busco a mi hermana — le dijo este como respuesta, era algo que no se esperara que dijera.

— ¡Oh, entiendo! ¿Dónde se perdió? — le preguntó algo triste por lo que esté le estaba contando.

Chaid se levantó de aquella cama, era un remolque bastante pequeño y no tenía ni idea por donde comenzar a buscar.

— En el infierno — dijo con seriedad, aunque la mujer le estaba pareciendo bastante hermosa y no podía dejar de mirarla.

— Entiendo, si deseas te puedo ayudar a buscar, podemos ir a la policía y comenzar a buscar ahí, creo que será de gran ayuda — le dijo y este se quedó mirándole, realmente no era de su mundo, su ropa, su manera de hablar era demasiado diferente al de las mujeres que conocía, pero no tenía ni l más mínima idea de como buscar en aquel lugar, así que acepto sin esperar.

— ¿Cuántas monedas debo pagarte por tu diligencia? — le preguntó aún con semblante serio.

— ¡No debes pagarme nada, no sería capaz de cobrar algo por ayudar, tu hermana estará bien y espero que la podamos encontrar! — le dijo haciendo que Chaid la mirara fijamente, era una mujer con un buen corazón, algo en ella le resultaba tan familiar, la calidez de sus ojos traía en su interior un poco de tranquilidad.

— Vamos a cambiarnos, no puedes pasarte por toda California en poca ropa —le dijo mientras se ajustaba una cola alta con su cabello, aún estaba desnuda y fue inevitable no recorrerla con la mirada.

Su cuerpo estaba bastante tonificado, era dorada, trago un poco y siguió lo que ella le había dicho, podía ser una trampa para que se entrase aún más al fondo del inframundo o podía ella decir la verdad y querer ayudarle a encontrar a su pequeña.

— ¿Vives cerca? — preguntó ella y este se negó, tampoco le soltaría información personal, no quería tener mucho más que un vínculo de ayuda, aquel lugar era el mismo infierno y si no se apuraba, se quedaría ahí.

— No, no soy de por aquí — Aquel acento era demasiado sexy, miró a su alrededor, nada de lo que estaba ahí le serviría, le pidió que se colocará aquel traje medieval con medio torso totalmente por fuera que la estaban haciendo pensar en cosas no muy sanas.

— Iremos a un centro comercial que está cerca, ahí podrás cambiarte — le dijo y este aceptó, los sitios que ella nombraba jamás los había escuchado, era la primera vez que veía una escalera eléctrica, se asombró al ver que estos no se movían, sino que dejaban que estas lo llevarán hasta la cima, no sabía que el infierno sería tan práctico, supuso que el mundo de castigo iba a ser mucho más fuerte.

— ¡Esta te quedaría bien! — le dijo mientras acercándose a él, le pasó una camiseta azul bastante ancha, una sudadera y unos tenis.

Chaid miró todo con bastante extrañeza, eran artículos que jamás había visto, los tomó y esta le guio a una especie de recámara pequeña, era bastante pequeña para él, así que decidió vestirse frente a un gran espejo, el sitio estaba algo vacío.

— ¡Joder, es hermoso! — dijo una anciana que había pasado precisamente en ese momento, miró a la joven y está sonrió, no podía pedirle más, pagó todo con su tarjeta y salieron de ahí.

Era algo real que muchas mujeres le miraban, era un hombre realmente guapo, imposible de no admirar.

— Este atuendo es cómodo —le dijo este y ella sonrió.

— Es de algodón, será más fácil moverse con esta ropa — le respondió.

En medio de una extraña charla donde este seguía insistiendo en que en el inframundo no esperaba ver tantas cosas, comenzaron a ir hacia la policía, ahí dio el retrato hablado de su hermana, no sabía lo que era una foto, así que era la opción más segura para poder seguir.

Buscarían en todos lados, Adhara estaba segura de que le encontrarían, este le había contado que realmente también buscaría a su madre, pero que su prioridad era aquella pequeña niña, su hermana como él había dicho.

Adhara no sabía que pensar, estaba preocupada por aquella chica, de la cual él hablaba, pero le parecía extraño su comportamiento, era como si se hubiese quedado en el tiempo de antes, su forma de hablar y de mirar cada cosa no le resultaba algo normal, pero algo en él la había de seguir ayudándole, no podía ignorar que era bastante guapo y que no dejaba de mirar su sexy cuerpo, pero en su interior había algo más y eso le atraía, era difícil negarse.

Así se pasaron horas, nadie había visto a la pequeña, le había enseñado a montar los papeles en postes de luz, entregaron a las diferentes personas, ninguna daba una razón real.

— Vamos a mi casa, vivió sola, yo creo que es necesario que duermas un poco y que comas algo decente —le dijo esta y él parecía negarse, su corazón dolió al ver aquel rostro derrotado, Chaid por su parte podía seguir buscándole por cielo y tierra, pero sabía que la mujer llamada Adhara no lograría seguir, la necesitaba, así que descansarían.

Miró la casa totalmente asombrado, jamás había visto algo igual, era un lugar bastante amplio, todo estaba brillante.

— ¡Bienvenido a mi casa! — le dijo, este ni sabía que decir, era la primera vez que veía tanta tecnología eso le causó curiosidad y comenzó a explorar el sitio.

— Pediré una pizza, así que puedes ir mirando —le grito al verlo subir al segundo piso.

Adhara a veces no entendía el por qué vivir en un sitio tan grande, estaba sola, era la herencia de sus padres, así que no podía decir mucho, era un lugar bastante frío, impersonal, no lo sentía como su hogar, solo era una casa más.

— ¿Quieres ver una película? — preguntó ella, este se quedó mirando aquella expresión.

— ¿Una película? — preguntó él sorprendido.

— Si, esa que colocas en la TV — le contestó con algo de gracia, jamás había conocido a alguien que no conociera lo que era una televisión, quizás había vivido aislado de la civilización, pero eso era algo que no lo creía mucho, es que aquel tipo cada vez la sorprendía más.

— ¡Solamente quiero encontrar a mi hermana, no de TV, ni de películas, lo único que conozco es de armas y castillos! — dijo algo molesto al ver la forma en que ella intentaba no burlarse.

— ¡Tranquilo campeón! Únicamente trató de entenderte, eres diferente a la gente que yo conozco, así que no te sientas mal si digo algo como eso.

— Está bien, podéis enseñarme aquella película, quiero saber que es — le dijo y está sin decir nada, solamente lo llevó a la sala de cine.

Su casa estaba equipada con todo lo necesario, era la herencia de sus padres y ella sabía bien cómo estos habían organizado todo para que estuviese bien.

— ¿Este es el televisor del que me cuentas? — dijo sorprendido al ver la pantalla gigante y delgada que esta acababa de encender.

— Sí, es este — contestó igual de extrañada, no era un hombre de la prehistoria.

— ¡Wow jamás había visto algo así! — contestó realmente sorprendido, era verdad, jamás había visto algo de ese tipo, pues en su tiempo no existían, faltarían muchos años para poder ver el primero y muy diferente al que tenía aquí presente.

Highlander, ¿bailamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora