XVIII

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— ¿Te gusta la joven? — le pregunto Tavish esa tarde, estaba viéndole como la miraba cuando estaba dando algo de tomar a los hombres, estos habían quedado agotados después del entrenamiento y esta les había brindado un poco de zumo de uva.

— No sé lo que estáis hablando — le dijo este ignorando aquello que este le decía.

— ¡Entonces creo que la cortejare, es una mujer preciosa y no creo que merezca estar con menos que un Laird, será mi consorte si así lo deseo y si veo que es digna de esta! — se lo había confesado con algo de diversión.

— No quiero que la mires incluso — le respondió y se marchó, había muchos detrás de ella, pero no quería que estuviese con ninguno.

— A mí también me lo ha advertido — dijo Tavish y se echaron a reír, por lo visto se lo había advertido a todos en aquella sala, todos sus hombres bajaban la mirada cuando esta estaba cerca, era algo que causara demasiada risa.

— La única diferencia es que yo le he dicho que me gusta y esta misma ha dicho que su corazón le pertenece a alguien, quizás ya está casada y no lo recuerda bien, cuando la encontramos, no recordaba casi nada de su vida, es triste para una mujer tan joven — le conto este mientras se sentaba junto al laird Cambell.

Es una mujer extraña, pero creo que debe pertenecer a una buena familia, sus manos no parecer haber estado en una labor pesada nunca y sus modales son dignos de una reina, en algún momento nos daremos cuenta de quien es y quien es el afortunado que tiene su corazón — Añadió Tavish, esta vez con un poco de seriedad, quería saber más de ella, pero todo se daría cuando Dagda deseara que así fuese, por ahora solo quedaba esperar.

La conversación se quedó ahí mientras le observaban marcharse nuevamente a las cocinas del castillo.

Adhara por su parte, estaba totalmente decidida a mantener un perfil bajo, no quería causar problemas y mucho menos quería llamar la atención de su laird, menos cuando sabía lo que había pasado en aquel lago, era algo grabado en su mente y a pesar de que este la conocía perfectamente, sentía algo de vergüenza al saber que este le había visto desnuda.

Chaid sabía que la joven tenía algo que no podía descifrar, era la mujer con la que soñaba cada noche, era algo tan recurrente, reconoció su lunar en la espalda, tenía forma de ancla, aquel día que la había visto en la bañera, era la misma que veía en el sueño.

Eran muchos indicios que le acercaban a saber que era ella la mujer, su cabello rubio, sus labios y sobre todo aquel lunar en el monte de su pecho izquierdo, lo había visto esa mañana.

— Estoy loco — se dijo así mismo para no pensar en ello, pero su mente era rebelde y se la recordaba una y otra vez.

Esperaba que en algún momento lo recordase todo y ella misma le dijera quien era realmente.

— ¿Desea algo de zumo para la sed, mi señor? — le pregunto precisamente ella, estaba por el pasillo continuo a la cocina, por más de que quisiera evitarlo, era lógico que no podía hacerlo, no había más que brindarle, al fin al cabo, era su jefe y debía respetarlo un poco.

Este a cambio, la miro con cara de pocos amigos y se marchó, la persona que menos quería ver era la primera que se estaba presentando.

Aquella mirada le estaba rompiendo el corazón a Adhara, quería que le mirara como antes, pero parecía ser imposible, este no hacía más que despreciarla.

La semana posterior a esto, había sido realmente intensa, preparativos y más preparativos, recibirían a los clanes de las tierras altas, aproximadamente seis o siete familias ya estaban confirmadas, estos venían con sus hombres, eran demasiadas personas para alimentar, pero eso era algo lógico, según los libros de su tiempo, las justas eran algo que se hacía con normalidad.

Highlander, ¿bailamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora