Cita al anochecer

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Hola, esta es la anunciada continuación del AU vampírico-moderno de tres capítulos que fue parte del compilado "Tú y yo estaremos bien". Por si alguien no lo ha leído, puede encontrarlo en mi perfil; es necesario para comprender esta historia.

Intentaré que las actualizaciones sean regulares, ¡gracias por leer!


     Cuando el cliente salió por la puerta, satisfecho con su encargo realizado, Sherlock lanzó un suspiro al aire y se despatarró sobre el sofá. Era el quinto de la semana, una cifra inédita hasta para él; se sentía tan cansado que podría dormir durante tres días. Aunque su fatiga no era solo por el trabajo. Sacrificaba una porción de sus horas de sueño a cambio de ver a Liam cada noche, y era un precio justo, si se le preguntaba.

     ―No te descuides a ti mismo, Sherly ―le había recordado él con infinita dulzura al poco tiempo de comenzar a salir oficialmente. No era capaz de negarse a nada que saliera de esos labios―. Si vas a entregarme parte de tu sangre, debes cuidar tus hábitos y alimentarte bien.

     Nada de drogas, básicamente. Aunque ni siquiera había sentido el impulso de hacerlo desde entonces. De momento tenía emoción suficiente en su vida como para no requerir de sustancias artificiales que excitaran su cerebro.

    Debía admitir que le gustaba bastante aquel lado persuasivo de Liam; su novio elegía darle sugerencias cuando tenía la guardia baja, ya sea que estuvieran en la cama o acabase de beber de su cuello. Era un manipulador nato, y Sherlock no creía que se debiese a su condición de vampiro.

     En vez de continuar soñando despierto y terminar por dormirse de verdad, se levantó y estiró los brazos. En breve sería tiempo de ir a casa de Liam.

     Solían reunirse al menos tres veces a la semana en su apartamento, puesto que era el lugar con mayor privacidad. A veces, le invitaba a quedarse durante su sueño diurno en fin de semana; una prueba de confianza que hablaba por sí sola del vínculo entre ambos.

     Salió de casa con estos pensamientos optimistas. Ya se había acostumbrado al trayecto regular en metro, a aquel barrio de escaparates deslumbrantes. El hogar de Liam, más sobrio y oculto entre edificios adosados de color ladrillo, esperaba por él con la puerta principal sin llave.

     Al llegar, subió la escalera sintiéndose flotar en una nube de alegría. En su puerta, tocó el timbre dos veces y tras unos momentos, una cabellera rubia se asomó.

     No pertenecía a su amante, sin embargo. El rostro serio de Louis le daba la bienvenida.

     ―Como siempre, tiene usted mucho tiempo libre ―le saludó él al tiempo en que se hacía a un lado para dejarlo entrar.

     ―Para él, claro que tengo ―se rio, aunque al joven frente a él no le hizo gracia alguna―. ¿Y cómo te va, Louis, todo bien?

     ―Sí. Nada que merezca mención.

     El muchacho todavía no le toleraba del todo, aunque al menos ya no parecía querer atentar contra su vida cada vez que estaban a menos de dos metros. Sherlock en realidad comprendía sus motivos y le agradaba; era bueno que Liam tuviese un familiar confiable que se preocupase tanto por su bienestar.

     Dejó atrás a Louis, no sin antes de que este le diera la espalda con cierto desprecio, y se dirigió hacia el cuarto de su novio. Lo encontró ordenando el vasto librero que tenía enfrente de la cama.

    ―Sherly ―volvió el rostro con una sonrisa tan reluciente como sus ojos del color del atardecer, a pesar de que no había hecho ningún ruido que lo delatara. Se encogió de hombros y entró.

La sangre entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora