Dormido o despierto

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Hola! Traigo actualización doble, es decir, subo a la vez este capítulo y el siguiente. Lamento que sean tan largos y si hay algún error, revisé pero algo se me pudo pasar dada la extensión.

Advertencias: Spoilers del arco el Problema final, violencia típica del canon.

 •

     —¿No me escuchó? Entrégueme las llaves —repitió Louis al ver que no movía ni un músculo. Sherlock se encontraba entre pasmado y receloso ante este giro de los acontecimientos; sobre todo cuando lo sorprendía en su peor estado emocional.

     Sin embargo, su expresión daba a entender que estaba dispuesto a abrir y empujarlo a la fuerza, por lo que prefirió ser cooperativo. Se movió hacia el asiento del copiloto después de entregárselas, sin saber cómo actuar ni qué decir. Louis encendió el motor sin preocuparse por él, y no le habló hasta que hubo dado la vuelta sobre el camino.

     —Mi hermano supo que esto pasaría y por eso me pidió que viniera por usted —declaró, todavía indiferente—. Sin importar lo que pase, no lo dejaría solo en medio de la nada.

     ¿Estaba decidido entonces lo que habría de ocurrir? Se sintió impotente, arrepentido de haberse confiado en su supuesta libertad. No era capaz de interferir con los planes de Liam, hiciera lo que hiciera. Si hubiese esperado más o elaborado una estrategia más ingeniosa, tal vez su reacción hubiese sido distinta.

     —Sé que no te agrado, Louis —dijo, con una sonrisilla derrotada—; lamento que tengas que hacer de niñera mía cuando arruiné todo. Tenías razón: yo no sabía nada.

     Louis le dirigió una mirada de exasperación pura, como si no quisiera creer lo que oía.

     —El autodesprecio no le queda a alguien tan engreído —espetó—, mejor reflexione en lo que ha hecho. O pensaré que en verdad mi hermano estuvo perdiendo el tiempo con usted.

     —¿No estabas convencido ya? —quiso reírse, pero su boca apenas pudo formar una mueca.

     —Le pregunté esa vez si estaba dispuesto a aceptarlo aunque no supiera nada. ¿Ha cambiado su respuesta? —No estaba mirando la carretera, sino que clavó sus ojos en Sherlock. Le dio la impresión de que la velocidad se ralentizaba, tanto dentro como fuera del vehículo.

     —No. Mi respuesta es la misma ahora —aseguró—, quiero estar con Liam. Tampoco tengo derecho a juzgarlo por sus crímenes pasados. Ni siquiera puedo imaginar lo que tuvo que vivir entonces.

     Louis asintió de forma lenta y por fin le libró de su escrutinio. No dijo ninguna palabra por unos momentos, y Sherlock no pudo contener las suyas:

     —¡Pero no quiere ni escucharme! Quiere que lo odie, que los vea a todos ustedes como monstruos. ¿Qué mierda se le pasa por la cabeza? Que decida sobre eso es algo que no le toleraré ni siquiera a él.

     Había subido la voz durante su exabrupto y creyó que se quejaría, pero cuando recordó que lo observaba descubrió en él un semblante pensativo, con las cejas un poco juntas.

     —Señor Holmes, técnicamente lo somos —le rectificó con naturalidad—, o al menos puedo hablar por mí. Puedo sobrevivir a heridas fatales para los humanos y matar con facilidad a muchos de ellos. En cambio usted es muy frágil, es débil, como cualquiera de los suyos.

     —No me estaba refiriendo a la condición física —dijo, removiéndose incómodo en el asiento ante la mención de su supuesta debilidad—. Respecto al carácter, a mí me pareces tan humano como lo soy yo.

La sangre entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora