Viaje interminable

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He vuelto, disculpen la demora. Este capítulo salió muy extenso y la vida y sus cosas se me atravesaron varias veces mientras lo escribía. ¡Gracias por el apoyo hasta ahora!

Es el final, pero aún queda el epílogo.



      —Pensé que deberías conservarlo —dijo Albert mientras se adelantaba hacia el escritorio de la biblioteca—. Me disculpo si te causa dolor.

     Tras la conversación en el sótano, le dejó a solas para recomponerse; lapso que utilizó para informar a Louis de todo lo que conversaron. Ahora se reunieron allí los tres miembros de la extinta familia Moriarty, como correspondía en las ocasiones importantes.

     Con un movimiento reverente, Albert puso ante sus ojos un reloj de bolsillo antiguo con marcas de oxidación en los bordes. William lo tomó de su mano y lo observó; no tenía mancha alguna de sangre, pero estuvo seguro de que el coronel lo llevaba consigo en el momento de su muerte.

     Nunca hubiese creído que volvería a él en tales circunstancias.

     —Lo guardaré bien —aceptó con la misma solemnidad, y lo depositó con cuidado dentro del bolsillo de su cárdigan—, es lo mínimo que puedo hacer por él.

     Sintió la mirada preocupada de Louis, pero negó en silencio y levantó el rostro. Contempló a cada uno con tranquilidad y luego les cedió la palabra.

     —Quiero escucharlos a ustedes; después les contaré lo que decidí.

     No había mucho que empacar; el tiempo que Sherlock estuvo hospedándose en aquella casa apenas se preocupó de sacar lo justo y necesario de su maleta. Aun así, se sintió desalentado mientras estaba en ello; no iba a extrañar el sitio, pero sí a Liam. A fin de no dudar, tuvo que recordarse varias veces que estaba alejándose por su bien, y que si dejaba de contestar sus llamadas podía hacerle una visita. Sería un vampiro pero no iba a deshacerse de él con esa facilidad. No ostentaría ya el título de su novio pero todavía se consideraba su amigo.

     Su intención fue marcharse antes de que el sol se escondiera, para ahorrarse una despedida incómoda, pero el día antes fue precisamente él quien le pidió que esperara hasta el anochecer. Preveía un último intento de convencerlo de regresar a Londres.

     Antes de la hora, tuvo cuidado en dejar el cuaderno de anotaciones de Albert Moriarty en el mismo lugar en que lo encontró, sobre el escritorio de la biblioteca. Apenas había intercambiado unas cuantas palabras con él durante los días anteriores, y sea como fuere, nunca pudo conseguir la oportunidad de devolvérselo en persona sin que sus hermanos lo advirtieran. Esperaba que de esa forma no surgieran más conflictos entre los tres.

     —¿Ya estás listo —escuchó, tiempo más tarde, que él le preguntaba, desde la escalera—, Sherly?

     Sonaba imperturbable, y al girar sobre sí mismo para verlo, constató que lucía de la misma forma. Tan apacible y abierta era su expresión que le dejó sin palabras. Tuvo que carraspear, rascarse la cabeza y elegir otra dirección para mirar antes de conseguir que su lengua se pusiera en movimiento.

     —Desde hace horas. Espero que todavía pase el bus.

     —Lo dudo mucho, por eso voy a llevarte —propuso Liam mientras bajaba—. ¿Aceptarás ahora?

     —Tramposo —replicó, pero se dio la vuelta y le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera—, te diré la dirección por el camino.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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