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A la mañana siguiente, el primero en levantarse es Spreen, siendo seguido por Rubius y Missa, quienes deciden salir en busca de recursos para iniciar una pequeña huerta junto a la casa donde planean cultivar algunas verduras ya que les era más viable que salir a cazar animales. Spreen les pide que vayan con cuidado y se pone a agradar un poco la base para que cada uno pudiera tener su propia habitación y crear algunas salas donde dejar los cofres y demás.

Quackity se despierta casi al mediodía, siendo el último de los cinco en levantarse. Cuando sale de la habitación se sorprende un poco al notar que toda la base había sido agrandada mientras él dormía y en ningún momento se despertó debido al ruido, tal vez debería pedirle a alguno de sus compañeros que le despertara temprano cuando sea necesario, no podía ser una carga para su equipo sólo porque tenía el sueño pesado.

Al llegar a la que se supone es la cocina se encontró con Spreen y Shadoune, quienes charlaban animadamente, el híbrido de oso pelinegro sostiene entre sus manos un termo y algo que no supo reconocer pero que parecía pasto o algo similar, simplemente le resta importancia porque hay asuntos más importantes que atender, su estómago vacío por ejemplo. Shadoune le mira con una sonrisa deseándole un bonito "resto del día" y se ofrece para prepararle un café o un té para que el pelinegro pueda beber en lo que Rubius y Missa vuelven con la carne necesaria para preparar el almuerzo, también le cuentan al chico del beanie sobre el huerto y un par de cosas que pasaron en la mañana mientras él dormía.

Shadoune deja la taza de café frente a Quackity y se aleja después de acariciar su mejilla con suavidad, Spreen alza las cejas de forma sugerente mientras observa a Alex, éste sólo se encoge de hombros algo sonrojado y desvía la mirada, aquel tipo de muestras de afecto lo ponen nervioso y la mirada del oso no ayudan mucho con su nerviosismo. Alex bebe su café en silencio, escuchando como Shadoune acomoda los cofres en la sala junto a la cocina y a Spreen cantando a su lado mientras toma mate.

—sólo tu, no necesito más, te adoraría lo que dure la eternidad.—canta en susurros Spreen, metido en sí mismo y sin prestar atención a su alrededor.

Un estruendo alerta a los tres muchachos, quienes se miran entre ellos confundidos, Spreen abre el chat desde un pequeño aparatito en su muñeca y la habitación se llena de un silencio sepulcral.

Rubius ha caído de un sitio muy alto.

Rubius tiene 2 de 3 vidas.

Spreen deja sus cosas de lado y sale disparado de la base en dirección al spawn después de pedirle a sus compañeros que se quedaran a esperar a Missa. Quackity observa su café en silencio mientras que Shadoune recoge las cosas que han quedado esparcidas sobre la mesa luego de que Spreen se haya ido, ambos sienten un nudo en la garganta que les impide formular una mísera palabra que les ayude a alivianar el ambiente tan tenso y sombrío que se ha creado entre ellos. Pero Alex parece recio a decir algo y Shadoune prefiere no presionarlo a hablar o hacerlo sentir incómodo.

Missa llega minutos después con una sonrisa apenada, deja las cosas de Rubius dentro de un cofre y ayuda a Shadoune a cocinar un poco de la carne que ha traído para que puedan almorzar lo más pronto posible. Quackity sigue sin poder decir algo, un pequeño dolor se ha instalado en el centro de su pecho lo que le impide respirar con facilidad, y ni hablar de sus ojos que amenazan con dejar escapar una lágrima. Sus compañeros pueden percibir su tristeza, pero prefieren dejar que asimile las cosas a su propio ritmo.

Cuando Spreen y Rubius llegan a la base se encuentran con un silencio que les preocupa, aún más cuando notan a los dos menores, quienes normalmente estarían charlando y riendo, completamente callados y sin siquiera levantar la vista para recibirlos. Shadoune es el único que se acerca para abrazar a Rubius antes de regañarlo por haber ido sin cuidado sabiendo la cantidad de peligros y contando con tan pocas oportunidades para sobrevivir. El castaño se encoge de hombros acercándose al chico de chaqueta azul y deja una caricia sobre su gorro, aunque Quackity no es capaz de reaccionar ante su accionar.

—oye pato, estoy bien.—susurra apenado Rubius en un intento por llamar la atención de su amigo. Alex no responde.— ven, tengo algo para ti.

El pelinegro asiente sin ganas y ambos salen de la base alejándose unos cuantos metros para poder charlar sin que los demás pudieran interrumpirles. Alex puede ver a Missa y Spreen mirándolos desde una de las ventanas del segundo piso con demasiada preocupación, como si les fuera a pasar algo estando a unos pocos pasos de ellos. Quackity toma asiento sobre el pasto y Rubius hace lo mismo, ambos se mantienen en silencio por unos minutos hasta que el castaño decide hablar.

—realmente no traigo nada, sólo quería que pasáramos un momento juntos.—suelta algo apenado.— así como nuestros primeros días en... Karmaland.

—preferiría que no habláramos de ese lugar, no recuerdo mucho pero me deja un mal sabor de boca.—suelta el pelinegro en un susurro. Rubius asiente.— la neta si estás bien pendejo Rubius, deberías haber tenido más cuidado cabrón.

—Spreen ya me ha regañado suficiente cuando veníamos, no me hagas lo mismo.—dice Rubius soltando una risita.

Ambos se sumergen en una charla amena donde no hay un tema de conversación fijo y los sentimientos y recuerdos se escapan por accidente de ellos sin miedo a ser juzgados.

Porque Alex y Rubius se entienden, y jamás serían capaces de juzgarse entre ellos.

Porque ellos se aman más allá de lo que un amor de amigos o pareja pudiera representar, se aman de una forma tan pura que es difícil de explicarla con palabras. Así como las palabras entre ellos sobran con sólo una mirada.

Desde la distancia Missa y Spreen los observan con una sonrisa enternecida, ambos son conscientes de lo mucho que esos dos se quieren y de la inmensa preocupación que posee el pato ante la pérdida de una vida por parte del oso castaño. Missa suspira antes de levantar la vista al cielo, un gran cúmulo de nubes oscuras comienza a cubrir el sol indicando que una lluvia se avecina, por lo que ambos se adentran en la base luego de darle una última mirada al duo de híbridos sentados sobre el pasto.

Rubius siente un leve pinchazo en su mano luego de sentir una gota de lluvia caer en dicha zona, aquello activa sus alarmas y, sin avisar, toma al pelinegro de la mano jalandolo con fuerza y lo arrastra hasta la base para ponerse a salvo. Había escuchado sobre la lluvia ácida cuando habló con Xocas, pero jamás se esperó que llegara apenas en el segundo día. Por ahora, su única preocupación es mantener seguro a Alex y cuidar que no sufra ninguna quemadura.

Shadoune los espera en la entrada y los revisa apenas llegan, preocupado por el bienestar de sus dos compañeros, prestando especial atención en el oso castaño quien sólo suspira molesto ante tantos cuidados innecesarios. Quackity sólo sonríe y entra a la cocina encontrándose con la típica escena de Spreen sentado en la mesa tomando mate y a Missa comiendo una galletita con chispas de chocolate que al parecer está caliente, detalle que nota debido a las expresiones de Missa cada vez que come un pedazo de la misma.

Rubius y Shadoune entran a la cocina después de Alex, el último suelta un suspiro de enojo antes de regañar a Missa por comerse las galletitas que había preparado con mucho cariño para todos. Quackity se escapa de sus compañeros al notar que no están prestándole atención y sube a su habitación cerrando la puerta detrás de él.

Alex saca una pequeña cajita que ocultaba debajo de su cama y la abre revelando sos anillos de oro junto a una pequeña cadenita con un dije de corazón, toma el último entre sus manos y lo abre revelando una foto de él junto a una persona a la que no recuerda en absoluto pero que extraña inmensamente. Una lágrima rebelde rueda por su mejilla mientras coloca el collar alrededor de su cuello y guarda la cajita en su lugar antes de levantarse y quitar aquella lágrima de su mejilla, haciendo como si nada hubiera pasado.

El pelinegro voltea en dirección a la puerta quedándose helado al ver a Spreen parado allí, ambos mirándose en un silencio incómodo y abrumador, el más bajo sonríe de forma nerviosa e intenta salir de la habitación siendo detenido por el más alto, quien ha puesto su brazo para frenarlo. Nuevamente sus miradas se conectan antes de que Spreen se adentre a la habitación cerrando la puerta y recostandose contra ésta. Alex sabe que el oso quiere respuestas y que ya no tiene oportunidad de escapar como la última vez, así que sólo puede agachar la cabeza y esperar a que las preguntas lleguen.

—los dos sabemos que esto es necesario, porque la verdad hay mucho que no me termina de cerrar sobre vos.—dice Spreen cruzandose de brazos.— así que empezá a hablar.

Doux désespoir | shadouckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora