Capítulo 3

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De camino a casa Nía pensó en lo ocurrido. Cuando llegó se dirigió a la cocina y tomó un vaso con agua y caminó hacia su habitación.

El cuarto estaba frío gracias al aire que lograba pasar por las ventanas abiertas.
En el piso había muchas cosas amontonadas y sobre ellas Nía acomodó su mochila; quedando muy cerca de la puerta.
Una de las luces estaba encendida y se dirigió al interruptor y la apagó.
Ya en la oscuridad fue a su cama y se dejo caer con pesadez en ella.
El cansancio se apoderó de su mente y de su cuerpo haciéndola soñar con profundidad.

Unas cuántas horas después, unas voces le despertaron y prestó atención y se dio cuenta que provenían de detrás de la puerta acompañados de unos golpecitos.

-¡Déjame entrar!- gritó la voz qué  resultó ser su hermana mayor, Wen, quien forcejeó con la puerta hasta abrirla y tropezar con la mochila de Nía, cayendo a sólo un metro cerca de ella. Nía se sentó en la cama semi dormida...
-¡¿Ahora qué quieres?!-dijo Nía molesta y le lanzó una almohada; pero Wen fue más ágil y la esquivó. Antes de que Nía volviera a protestar Wen le regresó la almohada.
-Te he estado llamando desde hace tres horas para que bajes a comer ¿por qué no contestas?-gritó Wen
-Sorry, no tengo hambre- Nía respondió cinismo.
-Zorra-le espetó Wen a Nía-has estado encerrada toda la maldita tarde ¿sabes que hora es?
-Te diré que hora es-hizo una pausa para tomar aire- es hora de que te largues de mi cuarto... ¡Largate estúpida!-gritó-¡Porque a mi no me importa si duermo en viernes y despierto en domingo!-se puso de pie y empezó a empujar a Wen a la dirección de la puerta para que esta saliera de su cuarto, y una vez fuera, azotar en su cara la puerta Nía.

-Pero ¿qué no tiene nada mejor que hacer?- murmuró.

Jaló la silla del lado su escritorio y la puso en la puerta a modo de evitar más visitas no deseadas.
Se dirigió a su cama para retomar ese delicioso sueño que tenía antes de ser interrumpido.

«Como la extraño, sólo éramos las dos... sólo ella y yo... el grupo social pequeño del salón... Juntas para siempre» pensó

Todo tipo de frases depresivas pasaban por su cabeza mientras conciliaba el sueño. Poco a poco sentía como se iba...

En aquel sueño, veía reflejado algo que sólo Jess podría decirse y entender al verdaderamente reconocer su error.

THE LAST CHANCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora