THE LAST CHANCE

Cap. 15

Alen me esperaba en la salida, llegué un poco tarde, pensaba evadirlo. Era 30 de enero del 2010.

Me llevo a un oscuro rincón del pasillo de la escuela e intentó abusar de mi, haló mi cabello y subió mi blusa con su otra mano, estabamos completamente solos.

-Será nuestro secreto, pequeña zorra- me susurró al oído, fogoso-, ¿así que no eres tan inocente? JA! pobre de ti si le dices a alguien, te echaré de cabeza.

Sentí una gran sensación de asco y repudio, era tan intensa que casi vomitaba encima de su sudorosa cara. Era asqueroso, ese cerdo infeliz hacía conmigo lo que se le daba la gana a cambio de mi favor y no estar en boca de toda la secundaria.

Me besó y toqueteo con rudeza, me llamo perra, golfa, arrastrada y hasta ramera.

No pude hacer nada en mi defensa, tenia miedo, pero en el fondo quería quitármelo de encima y darle una buena golpiza, hice un esfuerzo casi sobrehumano para contener los diversos impulsos que me invadían.
«¿porque lo hiciste?» «¿por qué te dejas?» «¿porqué él y no ella? ¡¿porqué?! ¿porqué?» Me sentía culpable y muy torpe, yo quería a Nía, no a él, sin embargo aguante sus constantes abusos para salvar mi reputación y amistad con Nía.

Cada día era un infierno, nunca sabía lo que podría pasar, ese hombre tenía corazón de piedra y no tarde en darme cuenta de que era un misógino.

Me harté de la manipulación, ¿cómo pude juntarme con alguien así? Antes me escuchaba y me demostraba que me quería de una forma menos enferma y posesiva que como lo hizo después de enterarse de la verdad, me perdió el respeto por completo.

No era de esas personas falsas que podrían reemplazarte fácilmente, pero si intentabas reemplazarlo a él, debías pensarlo mil veces y ser valiente, pues se vengaría tarde o temprano.

Recuerdo la indignación que sentía, ¿qué hay que pagar para estar con alguien que amas?¿Qué importa el género si hay un amor inmenso? El nunca lo entendió.

Esas aberraciones se terminaron el día en que Nía nos sorprendió en la calle y estalló de ira contra Alen... Desde entonces nuestra amistad se vio en juego y finalmente acabo.

¿Qué sucedió con él? No lo sé, pero finalmente se alejó de mi.

Tres años después mi vida dio un giro impresionante, esa escena en el baño con Farah me hizo recordar mi época de inocencia.

Salí entonces y me dirigí a la biblioteca a usar una computadora para distraerme. Abrí mi facebook y entre las primeras noticias de inicio me encontré con una publicación de Farah-solía llenar su muro de frases y fotos artísticas muy peculiares pero aquella vez me sorprendió.

Publicó en su muro una imagen challenge la cual decía que a todos sus amigos-contactos-que le comenten les diría algo que siempre había querido decirles, pero ellos no podrían contestar y se olvidarían del asunto.

Me sentí tan confiada de comentar sin siquiera pensarlo dos veces... Metí la pata.

Las palabras que que me pronunció de cerca al salir del baño resonaban en mi cabeza «después hablaremos», así que no iba a esperar más para enterarme de lo que quería decirme.

Escribí el comentario-un punto "." con las manos temblando, di enter y el estómago se me revolvió. Estaba muy ansiosa.

Al cabo de unos segundos me envió un mensaje que decía "Hola" «¿eso es lo que siempre me había querido decir?» -Bah-, rompí a reír como idiota al pensar que se trataría de una broma pero luego me puse seria al leer en la parte inferior de la ventana del chat: "escribiendo" y veía la velocidad con la que lo hacía. La gente dentro del aula se me quedó viendo hasta que callé.

Las palabras fueron enviadas una por una con gran rapidez.

Tú
También
Me
Gustas
:)

A medida que iba leyendo cada palabra mi corazón aceleraba su ritmo y cuando miré la frase completa me dieron ganas de gritar de la emoción.

-Ella me quiere- expresé con júbilo-,pero... ¿Como?

Pensé en no responder al mensaje y tratar de olvidarlo, pues el reto así lo indicaba, pero luego recordé lo bien que se sentía tener de cerca a Farah y aproveché la oportunidad de decirle lo que sentía.

Trate de ser breve y no parecer desesperada.

Tecleaba y borraba, tecleaba y borraba, el ciclo se repitió tantas veces que cuando miré la pantalla Farah ya se había desconectado y dejé la conversación para otro momento... Aquel sería cuando nos reuniéramos a solas de nuevo.

«que torpe soy, se ha ido»