Misha

100 19 2
                                    

Había venido preparado para todo, pero jamás imaginé lo que encontré. Y es que Glenn Linheart no era lo que había imaginado. Toda esa confianza en sí mismo y en sus actos habían sido solo pura fachada, un modo de esconder sus miedos y sus dudas. Su modo desesperado de seguir adelante. La manera de mostrar su nobleza y su orgullo. Y, por ello, Marko Linheart lo veía como una amenaza que erradicar y Konstantin como un aliado al que proteger.

Cuando lo vi aparecer de nuevo ante mí todo mi cuerpo se puso en tensión. Había intentado prepararme, pero en cuanto me llegó su olor me costó la misma existencia mantenerme sentado, impasible, arrogante y altivo cuando se detuvo ante mí. Su olor afrodisíaco era mi droga y yo, adicto, necesitaba una dosis para aplacar la sed que comenzaba a ahogarme.

Si pude resistir fue gracias a mi orgullo y a la rabia que había dejado que continuara ardiendo desde su última ofensa. Pero, cuando lo vi tan abatido, cuando vi una pequeña parte del auténtico Glenn, no pude evitar sentir algo que hacía tiempo que había muerto en mí: ternura. Por ello fui incapaz de no decirle lo que me pasó por la mente:

― No eres como había imaginado, Glenn Linheart.

Sus ojos dorados de pupilas dobles parecieron revivir con el simple sonido de mi voz.

― Glenn. Por favor, solo Glenn ― me pidió con un deje cercano a la súplica. A la desesperación porque fuera solamente alguien llamado Glenn y no un mestizo perteneciente a la familia Linheart.

―Glenn.

Su nombre en mi boca me supo a miel. A esa miel que sentía cada vez que pronunciaba el de Sasha. Fue esa miel y ese sentimiento de ternura los que me hicieron actuar sin pensar. Actuar siguiendo mi corazón. Qué tontería, ¿verdad? El corazón de Mikhail Morozov llevaba dos siglos muerto, ¿por qué motivo iba a revivir otra vez?

Glenn me miró sin comprender, como si no hubiera escuchado bien mis palabras o como si lo que yo acababa de decir debiera tener otro significado al que él había entendido. Dejé que procesara mis palabras, unas que yo también debería digerir. Porque decirle aquello no estaba en mis planes. Es más, ni se me había pasado por la cabeza hasta que lo dije en voz alta.

El lobo se incorporó en el sofá y colocó los codos en los muslos antes de volverse hacia mí. En su mirada dorada ya no había miedo, dudas o fragilidad. Había sospecha, dudas y desconfianza.

― ¿Te dijo él que me llevaras contigo?

Que formulara esa pregunta copiando el modo en que yo lo había hecho, me dolió. Porque Konstantin no tenía nada que ver. Era yo el que quería... ¿Qué? ¿Qué era lo que buscaba metiendo en la mansión a Glenn y a su manada? Sería la primera vez en la historia que unos vampiros tendrían bajo techo a unos lobos como huéspedes y no como prisioneros.

― No. Al igual que hizo contigo, solamente me pidió que te protegiera. El cómo es cosa mía.

― No creo que sea muy sensato.

Eso me hizo gracia y me reí a carcajadas. Glenn me miró como si me hubiera vuelto loco y también sentí las miradas de mi aquelarre y de su manada sobre mí.

― ¿Y qué es sensato en todo esto? Somos pareja. Nos guste o no, tú nos has ligado a través de la sangre y mi vida depende de que tu fluido vital siga corriendo por tu organismo hasta que tu vida llegue a su fin. Un fin que espero sea por causas naturales y no porque uno de los enviados de tu hermano te mate.

― ¿Y tu clan lo aceptará?

El lobo sacaba de nuevo sus garras.

― Konstantin estará encantado de la vida.

Alfa. Seducción peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora