Misha

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― No pueden quedarse aquí.

Aguanté mis ganas de estrangular a Antosha y me limité a dedicarle la mirada más afilada que poseía. Era la quinta vez que me abordaba con el mismo tema en menos de dos días.

― ¿En serio, Anton? ¿Necesitas que te explique otra vez por qué deben quedarse?

El me miró con el ceño fruncido.

― Entiendo que seamos aliados, pero no veo por qué deben esconderse en nuestro hogar. Jamás había pasado algo semejante en toda nuestra historia.

Ahí debía darle la razón.

― Siempre debe haber alguien que sea el primero ―ironicé. También era la primera vez que un licántropo hacía un intercambio de sangre con un vampiro como medida desesperada y sin hacerle daño al vampiro en ningún momento. Aguanté las ganas de llevarme los dedos a los labios.

No hacía ni veinte minutos que había recibido mi dosis de sangre del cuello de Glenn. Que los licántropos se curaran de nuestros mordiscos tan rápido era una suerte, aunque no me importaría morderle entre los muslos o en otros lugares igual de placenteros. Estaba convencido de que a él tampoco le importaría.

Mi sed y mi hambre no se habían calmado del todo y, sin saber cómo, Glenn lo sabía.

Después de que saliéramos de mi habitación y él regresara con los suyos y yo fuera a poner orden en el aquelarre, a penas habíamos vuelto a coincidir. La mitad de los míos, en total desacuerdo con mi decisión y casi en pie de guerra con Dimitri, comenzaron a quejarse sin parar cuando la emoción de verme de nuevo recuperado quedó en un segundo plano.

― Todo apesta desde que están aquí.

― Recorren la mansión como si estuvieran en un parque de atracciones.

― Hacen lo que les da la gana y se creen con derecho a mirarnos como si ellos no fueran unos parásitos.

― Basta ―dije cuando estaba a punto de estallarme la cabeza ―. Según tengo entendido, están en la zona reservada a los humanos que, la mayoría de vosotros, soléis traer cuando os encapricháis de alguno. Ellos también molestaban a algunos de nosotros y nadie se quejó.

― Esto es diferente ―señaló Nika.

― ¿A sí? ¿En qué? Creo que todavía no han montado una orgía que tuviera como consecuencia un apagón. Apagón que provocó que perdiera el trabajo de una semana en un segundo.

Nika tuvo la decencia de empalidecer, tragar saliva y callarse.

― Sé que esta situación es complicada y no demasiado agradable para todos ― Antosha carraspeó. Lo fulminé con la mirada ―, pero debemos proteger a Glenn y su manda si queremos evitar que la guerra con los licántropos empeore.

― ¿Y cómo podría empeorar? ―preguntó Pavel.

― Todos sabéis que Marko Linheart quiere volver a recuperar su puesto de heredero y que busca a Glenn para matarlo. También que Marko en realidad no quiere la paz y que, en cuanto sea el nuevo alfa, pondrá a la familia en contra de todo aquello por lo que ha luchado Louis Linheart y que puede traducirse en aquello por lo que Konstantin y el Clan lucha.

― Son cosas de los lobos ―apuntó Lena, aunque no muy convencida.

― Sí, es cosa de ellos si tienen una guerra interna. Pero, si Glenn muere y Marko Linheart toma el poder, saldrá a flote su verdadera naturaleza y eso creará un conflicto entre todos los licántropos. ¿Qué pensáis que harán los clanes a favor de la guerra? Saltarán a cazar a los lobos aprovechando el frente abierto que tienen. Y, si eso ocurre, nuestro clan y los demás iremos a socorrerlos y será una auténtica Batlle royal, una lucha de todos contra todos. Una masacre. ¿Lo entendéis ahora?

Alfa. Seducción peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora