Glenn

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No encontré placer, tampoco la paz que esperé, pero al menos sí obtuve alivio. Uno que me decía que ese ser ya no nos haría más daño a mí o a mi familia. Contemplé su rostro petrificado. Ya no era el de un berserk sino el de su forma antrópica con los ojos desenfocados y la boca entreabierta. Me agaché y le cerré los párpados. Sollocé. No sé por qué no podía contener unas lágrimas que no merecía. Pero al instante comprendí que no lloraba por Marko, sino por todo el daño que su ambición había provocado.

Unos brazos me rodearon con cariño y yo apoyé el rostro en el pecho abultado de Zara. Los brazos de Josh no se hicieron de rogar al igual que los de Tara, Lehanna, Derek y Liam. Mi corazón se llenó del calor de su amor y, entonces sí, sentí paz dentro de mí. Mientras ellos estuvieran conmigo no tendría miedo de recorrer los caminos que debería transitar hasta el día de mi muerte.

Nos separamos y Liam me ayudó a ponerme en pie. Los vampiros habían rodeado a Misha para protegerlo de un posible ataque por parte de los licántropos. Pero él los apartó diciéndoles que no era necesario. Y en verdad parecía ser así. Ninguno de los partidarios de mi hermano se había movido ni un milímetro; mis demás hermanos tampoco. Caminó hacia mí, como si todo aquello le perteneciera, y me cogió de las manos.

—Jamás imaginé que vendrías —le confesé perdiéndome en sus bellos ojos oscuros —. Y mucho menos que vendrías acompañado por la caballería. Aunque parece que algunos llegan tarde.

Misha miró por encima de su hombro los todoterrenos negros con cristales tintados que acababan de llegar y la figura de Konstantin descendiendo de uno de ellos con su inseparable Stanislav.

—¿No te prometí que te protegería? —fue su respuesta tomando mi rostro entre sus manos —. Solo la muerte evitará que lo haga.

—Eres un vampiro de palabra.

—Y tú eres un chucho demasiado problemático.

Mi boca contra la suya no le dejó terminar completamente su última palabra, pero le dio igual. Nuestros labios comenzaron a hablarse, a reprocharse y a perdonarse por todo lo ocurrido entre nosotros. Y se hicieron nuevas promesas que solamente la guadaña de la Parca nos haría romper. 

Alfa. Seducción peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora