La que iba a ser la noche más especial para Adie Gyro se convierte en una auténtica pesadilla cuando, en su carrera por no llegar tarde a su cita, decide tomar un atajo.
A partir de ese momento, su vida cambiará radicalmente.
A partir de ese momento...
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(¡¡Atención!! Este capítulo puede resultar extraño al leerlo pues está situado en medio de la historia y, a partir de este momento, habrá saltos en el tiempo hacia atrás para llegar al mismo y seguir hasta el final.
Además, en él se juega con la consciencia y la inconsciencia del personaje. He intentado marcar el paso de un estado a otro con líneas de puntos pero, aún así, anotaré una breve introducción en cada uno de ellos para ayudar a la lectura)
(El personaje principal despierta sin saber muy bien dónde está...)
Las sienes me laten con fuerza y su bombeo, cada vez más opresivo contra la cabeza, me despierta como una alarma lacerante.
Siento dolor, demasiado dolor.
El cuello me arde.
Quiero llevarme las manos a la garganta...
... pero no puedo.
Mi cuerpo no responde.
Me pregunto cuánto tiempo he estado inconsciente...
Intento abrir los ojos.
La sensación es extraña.
Me cuesta mucho.
Hago un esfuerzo.
Apenas puedo ver nada.
Solo distingo sombras.
¿Qué me han hecho?
Me cuesta respirar.
Me atraganto.
Cada bocanada de aire se mezcla con el líquido que me corre por la cara, provocándome espasmos de ahogo.
Reconozco el sabor.
Es sangre.
Mi sangre.
Como la primera vez...
..., como cuando debí morir en aquel parque.
¿Me habrá llegado la hora por fin?
Maldita sea.
Aún no estoy tan mal como para rendirme.
No quiero terminar así.
No en este lugar.
Tengo demasiadas cosas pendientes como para renunciar sin más.
Debo mantener la cabeza en su sitio, concentrarme en salir de esta.
Hace frío.
He sido un estúpido por meterme en la guarida del lobo.
