Capítulo 21: La noche más larga

56 35 1
                                    

Inglaterra, 1995

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Inglaterra, 1995

La chica se mueve, inquieta, sobre la silla de la fría sala de espera.

Está sola.

Lleva muchas horas allí y todavía no ha aparecido nadie que le diga cómo va todo.

El tiempo pasa lento, demasiado.

Mientras aguarda, no deja de darle vueltas a lo ocurrido.

La noche anterior, nada hacía presagiar que las cosas fueran a acabar así.

.......................................................................................................................................................

Valérie paseaba por el patio de la residencia. Estaba nerviosa. Sospechaba que Adrian iba a aprovechar la cena para pedírselo, y ella tenía claro cuál iba a ser su contestación. Lo deseaba. Deseaba que llegara el momento. Deseaba decirle que sí.

Después de subirse el cuello del abrigo, volvió a mirar el reloj en su muñeca. Solo había pasado un minuto desde la última vez que lo había hecho pero aquellos sesenta segundos le habían parecido una eternidad. Ya eran las doce menos veinte. Adie se estaba retrasando mucho y empezaba a preocuparse aunque, se repetía una y otra vez, no había razones para hacerlo.

Sus compañeros del turno de noche la encontraron allí, pensativa junto a la entrada, y le urgieron a volver dentro: Alguien la llamaba por teléfono.

Al sentirse asida por los brazos y los hombros, Valérie adivinó que pasaba algo raro. Le resultó extraño que salieran varios de sus amigos para darle el aviso, y aquello no hizo más que aumentar su preocupación.

Mientras recorría los pasos que la separaban del edificio, de repente empezó a encontrarse mal.

Se acercó el aparato a la cara y la voz del otro lado se identificó como un agente de la policía local.

El agente le dijo algo acerca de un altercado violento con dos víctimas en el parque de la ciudad y mencionó que habían encontrado una tarjeta con su nombre y dirección en la cartera de uno de los implicados, Adrian Gyro.

A Valérie le costaba respirar.

Aquello no podía estar pasando.

A partir de los datos de la tarjeta, continuó el policía, habían conseguido ponerse en contacto con una tal María Doyle, que decía compartir casa con ella, y había sido esa misma señora Doyle la que los había remitido a su puesto de trabajo.

- ¿Es usted la señorita Deschamps? ¿Conoce al señor Gyro? ¿Es pariente suyo?

La voz del agente sonaba distante, como intentando mantener la compostura y la fría actitud imprescindibles para que ese tipo de trabajo no le afecte a uno:

- Si es usted pariente suyo, haga el favor de acudir al hospital Westbroad, señorita.

- Pero ¿qué ha pasado? ¿Cómo está? ¿Está bien? ¡Dígame si está bien! - replicó Valérie alarmada.

El último sheduDonde viven las historias. Descúbrelo ahora