Capítulo 20: Así lo cuenta la historia

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Alemania, 1945

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Alemania, 1945

Han pasado siglos desde que todo empezó, y la ciencia de los humanos ha evolucionado mucho así que, durante estos años de conflicto bélico, los utukku no solo se han dedicado a sobrevivir tras los muros de este campo sino que han aprovechado bien el tiempo. El Führer, movido por su interés por lo oscuro y paranormal, les ha proporcionado a sus mejores científicos, les ha ofrecido sus más modernos avances tecnológicos; y los hermanos de la Orden del Dragón se han servido de los mismos para avanzar en su búsqueda.

En teoría, todas las investigaciones llevadas a cabo en este laboratorio subterráneo han estado encaminadas a encontrar la fuente de la inmortalidad de los vampiros. Al fin y al cabo, eso es lo que desean y han deseado siempre todos aquellos que les han ayudado. No es extraño, pues, que siga siendo eso lo que todavía esperan estos humanos: la promesa de la vida eterna, la promesa con la que los han estado engañando para aprovecharse de sus conocimientos y de sus recursos.

Por supuesto, los utukku no necesitan averiguar el origen de su naturaleza. Ellos ya saben de dónde proviene su don, y tienen claro que no compartirán ese secreto con los hombres, ni hoy ni nunca. Ahora mismo, los vampiros son los mayores depredadores de la tierra, y desean seguir siéndolo. Sin embargo, han de ser cuidadosos. Los mortales ya han demostrado de lo que son capaces otras veces. Con sus avances tecnológicos,  podrían suplir las carencias físicas que los limitan ante sus cazadores, podrían equilibrar sus fuerzas... y eso es algo que no debe suceder. Si este loco de Hitler supiera la verdad, no dudaría en darles caza con todo su poder militar.

Danilu da gracias una y otra vez porque estos ignorantes desconocen que la sustancia de sus colmillos contiene aquello que desean, y se recrea pensando en que ninguno de ellos lo descubrirá jamás. Todos estos hombres van a morir sin saber lo cerca que han estado de la eternidad que envidian y ansían. Todos están a punto de desaparecer sin conocer el verdadero motivo que ha llevado a los utukku a revelarles su identidad y a realizar tantos experimentos junto a ellos.

Controlar a los contaminados - piensa el coronel -. Esa es la clave. Si se pudiera, la Orden del Dragón habría encontrado un ejército temible con el que someter finalmente a los humanos. Podrían confinarlos a todos en lugares como este. Podrían criarlos como a animales en una granja. El hombre se defendería, sin duda, pero ¿qué podría hacer ante un ejército de seres que no pueden morir porque ya están muertos? Sería perfecto.

Sin embargo, todo ha sido inútil. No hay modo de dominarlos. Al menos, no todavía. Una vez se infectan, los sujetos se tornan en una amenaza mortal incluso para los vampiros, así que no hay más remedio que eliminarlos.

Danilu repasa cada una de las pruebas llevadas a cabo, la decepción con cada fracaso, la cantidad de individuos que se han utilizado en ellas... El rey de los utukku odia levantar la mano contra sus hermanos pero, en el fondo de su alma, reconoce que de otra forma no habría sido posible. Todos aquellos que, en algún momento, no siguieron las leyes sagradas de Lilîtu, todos aquellos que, de algún modo, las contravinieron han sido usados como cobayas. No se arrepiente de haberlo hecho. Al fin y al cabo, no merecían ser tratados como iguales sino, más bien, como los prisioneros humanos que los han estado alimentando.

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