Capítulo 24: Un demonio

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España, 2008

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España, 2008

Las veces que vengo por aquí siempre me acuerdo de María. Ella era del sur, pero en todos los lugares de este país se respira el sol del que tanto solía hablarnos en la cocina de su casa. Estoy seguro de que si estuviera con nosotros, volvería a contarnos lo bonito que es todo en comparación con el clima frío y húmedo de Inglaterra. Echo de menos no tenerla a mi lado. Sé que Valérie también. Desde aquel día en el hospital, cuando nuestra vida cambió, no hemos vuelto a saber de ella. Como no podía ser de otra forma, tampoco hemos vuelto a hablar de ella nunca. Seguramente Valérie la recuerda igual que hago yo pero el tema es demasiado doloroso como para sacarlo. Supongo que los malditos chupasangre la asesinaron... como asesinan todo lo bueno que encuentran en su camino. Supongo, también, que esa es otra de las razones por las que los odio tanto.

En esta ocasión hemos venido a por un grupo de renegados. Yo los llamo así porque funcionan al margen del resto de los de su especie. No siguen sus reglas y se agrupan en pequeñas comunas apartadas de las leyes de los vampiros. Esta vez son cinco, y no han sido difíciles de encontrar. Los muy miserables se han montado un buen negocio aquí. Con tanta gente yendo y viniendo, no han tenido problemas en abastecerse de ingenuos turistas que no sabían dónde se metían al entrar en su hotel. Eso sí, he de reconocer que, al menos, han intentado ser cuidadosos. Hasta el momento, solo se han alimentado de aquellas personas que sabían que nadie echaría de menos o que nadie podría ubicar en el momento de su desaparición. Nadie excepto los kurtadam. Los hombres-lobo también están en todas partes, y saben percatarse de este tipo de cosas. Tienen un sexto sentido para ello.

Llevamos ya dos días esperando. Normalmente, no solemos tardar tanto en solucionar un problema pero, al parecer, Raymond de Courcy, su líder, no se encuentra en el lugar. El tal Raymond es un buen elemento. Lleva moviéndose por todo el globo desde hace más de tres siglos. El tío es de los más antiguos que yo conozco, y seguro que los suyos lo adorarían como a un príncipe si hubiese decidido quedarse con ellos. Sin embargo, ha preferido esta otra opción. Nunca se asienta definitivamente. Cuando lleva mucho tiempo en un mismo emplazamiento, desaparece sin dejar rastro, llevándose a los suyos con él para empezar de nuevo en otro lugar. Supongo que, en estos momentos, debe de estar tanteando ese sitio, por eso no está aquí con los demás. Habrá supuesto que esto empieza a no ser seguro y quiere cambiar de aires antes de que alguien empiece a sospechar de sus actividades. Por eso hemos tenido que idear una forma de descubrir su paradero antes de acabar con su camada. Hemos planeado algo que espero que funcione.

Valérie se ha quedado en la furgoneta, nuestro centro de operaciones, y he dejado a Fénix junto a ella para que la cuide. Siempre lo hago así. Desde el primer instante, Val se empeñó en formar parte de esto, y yo no sé qué haría si le pasase algo de modo que dejo al más fuerte de nosotros con lo más valioso que tengo en esta vida. Con él a su lado, no me preocupo tanto.

En todos estos años he entrenado mi cuerpo y mi mente para poder enfrentarme a monstruos que me superan en experiencia y habilidad. He de reconocer que Lazarus ha hecho un excelente trabajo conmigo. Me ha enseñado muchísimo. Gracias a ello y a un poco de lo que venía ya de serie todavía estoy vivo y coleando... Para algo tenían que servirme todos los años que pasé sobreviviendo en las calles.

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