Cap. 3 - En el fondo de un pozo

529 50 25
                                    

Debajo de un enorme árbol de cerezo, prende fuego a una caja de recuerdos. Ve las cartas arder, las palabras de amor escritas en ellas poco a poco se van extinguiendo.

Hay flores que conservó con recelo, broches para el cabello y figuras de papel hechas con afecto.

Todo está ardiendo. 

No aparta su mirada de las llamas, sus ojos cansados y nublados por no poder dormir bien el último mes preocuparía a cualquiera. Desde que se enteró de la verdad, no quiere hacer otra cosa que permanecer en su finca y matar demonios apenas oscurece.

No acepta visitas (a excepción del pilar del amor), se niega a comer más de una vez al día afectando de forma notable su salud. Sus mejillas están hundidas, el color sano de mejillas rosadas se ha ido sustituido por el gris.

A pesar de su aspecto, sigue saliendo cada noche sin falta.

A veces regresa con uno o dos rasguños. Matar demonios es lo único que lo hace sentir mejor. Solo se detiene cuando ve el sol salir, los demonios corren a refugiarse en el primer agujero oscuro que encuentren antes de que los rayos del sol alcancen sus cuerpos.

Regresa a su finca luego de una larga noche de cacería, camina por las calles asustando a uno que otro transeúnte madrugador.

A solo unos metros de la entrada de su finca, vislumbra frente a su puerta está parada una persona esperando que le abran. 

Puede ver claramente la preocupación en sus ojos cuando lo ve venir, en sus manos descansa una pila enorme de bentos llenos de manjares. 

-Buenos días Akaza-san. - saluda el pilar del amor.

Agita la mano en forma de saludo, sin molestarse en hablarle. 

Saca con aburrimiento las llaves y ambos entran a la finca, existe un tipo de comprensión silenciosa entre ellos lo que facilita la estancia del Hashira.

-Te traje un poco de comida. - la preocupación en su voz es clara como el agua. - Estás más delgado desde la última vez que te vi.

-Solo un poco. - guía el camino hasta el recibidor. En cuestión de minutos prepara té y refrigerios para el pilar. - Siéntate, en un momento regreso.

No pasa mucho cuando aparece con las loncheras vacías de la vez pasada.

-¿Comiste todo?

"No"

-Solo un poco. - miente. - No tengo mucha hambre. - La verdad es que regalo la comida a la gente sin techo que se topa en el camino, Akaza solo toma té y uno que otro fruto silvestre.

-Ah...- Hay desconcierto en su repuesta. - Bien, ¿qué te parece si compartimos el bento? - la idea entusiasma al pilar. - ¡Podemos desayunar juntos!

-De acuerdo. - aunque no tenga hambre, no quiere ser grosero. - ¿Tienes palillos?

-¡Aquí están!

La mañana pasa tranquilamente, es verano y el calor comienza a azotar la finca del cazador de demonios. El pilar del amor saca fruta congelada de uno de los bentos, la observa comer feliz la fruta fría mientras le ofrece una fresa.

Lleva la fresa a sus labios pálidos, el primer mordisco llena su boca de sabor manchando en el proceso su labio de rosa.

Come la fruta despacio, cuando termina deja que el pilar acabe con el resto de la fruta.

Hablan por un rato después del desayuno, cuando es medio día despide a Mitsuri.

Una vez más la finca está en silencio, pero eso no dura mucho, pues corre al jardín y vomita todo lo que comió.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora