Cap. 10.2 - Distrito rojo

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Kyojuro corre por las calles infestadas de gente

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Kyojuro corre por las calles infestadas de gente.

Buscaba algo, un letrero para ser exactos. 

Por primera vez siente que la respiración que aprendió desde tan joven no le servirá en esta ocasión para calmar su agitación.

Escucha como unos cuantos borrachos lo maldicen por haberlos empujado, pero él ya está muy lejos para disculparse.

Cuando encuentra lo que había estado buscando como un maniaco, su corazón late tan fuerte.

- ¡BUENAS NOCHES! - entra gritando a la casa. Los trabajadores sonríen y regresan el saludo, Kyojuro se apresura a lo que parece ser la recepción. - ESTOY BUSCANDO A UNA CHICA PELIROSA.

- ¿Kira? - dice la trabajadora sorprendida por el volumen que usa Kyojuro para referirse a Akaza. - Ella en este momento está ocupada, puedo mostrarle otras chicas que pueden ser de su agrado, pero primero debe pagar una tarifa. - la trabajadora no termina de hablar cuando el hombre la hace a un lado. - ¡Señor no puede pasar...! ¡Jump!, ya no quedan caballeros en este mundo, solo locos.

"Solo un poco más."

Tiene que frenar de golpe al ver frente a él un pasillo repleto de personas, muchos de ellos con caras largas.

Y justo al final, el único hombre feliz mientras entrega un cofre a una señora que identifica como la dueña del establecimiento.

- Por favor, espere aquí y en cuanto esté lista-

- DISCULPE POR INTERRUMPIR SU CHARLA. - Kyojuro tardo menos de dos segundos para llegar a ellos. - PERO ME PARECIÓ ESCUCHAR QUE AQUÍ RECIDE UNA HERMOSA MUJER BETA PELIROSA.

Kyojuro ignora el semblante molesto del alfa a su lado. Enfoca su mirada en la pequeña mujer, sintiendo como la ansiedad poco a poco lo hace perder la paciencia.

- Buenas noches, caballero. Si, una de mis chicas encaja con su descripción, pero lamento informarle que no puede pedir sus servicios, no ahora.

- En ese caso. - Kyojuro deja caer una enorme caja a sus pies provocando que vibre el suelo. - Esta es mi oferta, son 70000 yenes. - incluso si no es suficiente, está dispuesto a dar más. - Tengo la intención de comprar el tiempo de la mujer durante un buen rato.

Ambos, alfa y beta dejan caer la quijada.

- ¿Setenta mil yenes? - pregunta incrédulo el otro alfa. Sin embargo, esa incredulidad se va extinguiendo para abrir paso a el desagrado al ver a un don nadie meterse en sus asuntos. - Ja, será mejor que te vayas, la señora presente y yo acabamos de acordar-

- Muy bien. - sin ninguna vergüenza toma el dinero. - Por aquí señor.

Antes de que la anciana corriera con el dinero, el alfa la detiene.

- Usted y yo hicimos un trato. - reclama mientras mira a la mujer molesto. - Le voy a dejar algo muy claro, o acepta el dinero que acordamos o cierro este lugar.

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