VIII

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Algo no estaba bien

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Algo no estaba bien.

Ao'nung disfrutaba del tiempo que pasaba con el joven Omaticaya. Conociendo cada lugar que Neteyam lo llevaba, una preocupación menos se iba, perdiéndose por completo en la hermosa sonrisa resplandeciente de su joven acompañante.

Sin embargo, al tocar el agua, una parte del cuerpo de Ao'nung relampagueo.

¿Dónde estoy? Se preguntó Ao'nung.

Estas conmigo. Neteyam se interpuso en la confusión de Ao'nung, provocándole una ligera sensación de molestia.

¿Qué? Espera. Ao'nung retrocedió unos cuantos pasos atrás, alejándose del joven. No quería ignorar a Neteyam, pero algo en su interior le gritaba con tanta insistencia que lo hiciera.

Pasos alargados en dirección contraria del joven Omaticaya que seguía al Metkayina desde atrás. Ao'nung giraba observando su entorno.

Esto no es el arrecife. El creciente pánico alertó a Neteyam.

Es un lugar seguro. Neteyam refuta.

¡No es nuestra realidad! La desesperación de Ao'nung rasgaba en su piel interna.

El Omaticaya caminando más rápido, abrazo por la espalda a Ao'nung. Sus emociones quisieron calmar al Metkayina. 

¡No! Neteyam. El joven se frotó en su espalda, susurrándole que él se haría cargo de todo.

Ao'nung volviendo a la conciencia que se había perdido por tanto tiempo, bloqueo todo tipo de emoción que Neteyam quería trasmitirle. El Omaticaya ahogo un gemido lastimero ante el rechazo.

Esto no es real Neteyam. Tenemos que volver. Ao'nung trata de mirar al joven que yacía oculto en su espalda. Neteyam niega desesperado.

¿Esto no te parece real? ¿No estás bien aquí? ¿No te sientes tranquilo? Las lágrimas del Omaticaya resbalan de sus mejillas.

Me gusta. Me encanta aquí. Pero... esto es producto de tu imaginación. No es real. Tenemos que volver. En un veloz movimiento, Ao'nung atrapa al joven, rodeándolo entre sus brazos; juntando sus frentes. Sácanos de aquí. 

No quiero. Neteyam vuelve a negar. Insistente, la selva retumba en su lugar. Doblegándose de igual forma que el portador. No quiero.

Ao'nung observando con miedo como todo vibraba, cubre con sus grandes manos el suave rostro del Omaticaya.

Neteyam. Aquella imperturbabilidad que tanto buscas con exasperación. Yo te la daré. Neteyam, levantando su mirada, busca en los ojos turquesas el creer de aquellas palabras. Confía en mí. Sus brazos vuelven aprisionarlo. Confía en mí.

Neteyam, derramando su tristeza como manchas de pintura. La selva que los rodeaba comenzó a desaparecer, dando paso a una oscuridad temible. 

 

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Te veo. Te sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora