IX

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Hacía más de una semana de lo acontecido

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Hacía más de una semana de lo acontecido. El clima amenazaba con la llegada de una ligera tormenta. La convivencia de los jóvenes con sus familias era... Terrible.

            - Hijo ¿Te encuentras bien? – por onceava vez consecutiva, Jake Sully mencionaba tales palabras que le resultaban molestas al joven Omaticaya.

            - ¡Sí, señor! – refunfuñando, Neteyam habla entre dientes – Estoy bien – tomando una enorme canasta, continua – Iré a alimentar a los Ikran. No me esperen – salió de Marui tan rápido como soplaba el viento.

La sensación de molestia se hacía más fuerte, impidiéndole al amable Neteyam sobrellevar sus emociones. Sin llegar a querer lastimar a sus seres queridos, la necesidad de ver Ao'nung lo estaba fastidiando.

Tonowari y Ronal, así como, Jake y Neytiri. Negaron aceptar el vínculo que tanto esmero Eywa había realizado. Kiri recalcando que el separar a los jóvenes era una mala idea. Los adultos pasaron de ella, tomando a sus hijos, pero soltándolos al instante tras escuchar su dolor al tacto de otros.

La situación únicamente empeoraba.

Ao'nung sentía como un zumbido molesto, nublaba su pensar. Golpeo ligeramente su cabeza, tratando de librarse de la sensación. No estaba funcionando. Un creciente enojo lo sacudió. Volteando hacia las enredaderas. Neteyam se adentró en ellas. Ao'nung sin siquiera pensarlo dos veces, lo siguió. 

El enojo desapareció en Neteyam, girando sobre sus talones al escuchar fuertes pisadas, sin un ápice de sigilo. El joven con destellantes constelaciones en su piel sonrió ante la presencia de su acompañante. La irritación en ellos desapareció. Dejando a un lado la canasta llena de peces. En un ágil salto, Ao'nung lo atrapo en sus brazos.

            - Te extrañé. Maldita sea, te extrañe mucho – los verdaderos sentimientos sobresalieron de los suaves labios del Omaticaya sin detenerse a reflexionar en las palabras que había soltado.

            - Yo tam... ¡Woow! – sostuvo con fuerza a Neteyam.

La Ikran del jinete, el cual yacía en brazos de un desconocido, los miraba atentamente. Ao'nung paralizado, los ojos de la bestia lo hacían temblar. Neteyam con la palma de su mano, obstruyo la visión del Metkayina.

            - No la veas a los ojos. Es una amenaza hacia ellos - Ao'nung sacudió su cabeza – Tranquila Kiliath. Es un amigo – bajando de los brazos del joven. Neteyam se acerca a su Ikran. Soltando un fuerte rugido, Ao'nung baja incluso más la cabeza - ¿Contenta? – Neteyam toma del hocico a Kiliath, y la empuja fuera de ellos – Discúlpala. Es muy territorial –

            - ¿La tocaste? – confundido por la pregunta. Ao'nung dice – No nos dolió – el Omaticaya agranda ligeramente sus ojos dorados.

            - Tal vez en los animales no ocurra - Ao'nung eleva ligeramente sus hombros.

            - ¿Cómo te va a ti? – Neteyam continua con su tarea. Esta vez, más relajado.

Te veo. Te sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora