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- Escuchen esto - Vegetta iba atento a su teléfono. El día estaba llegando a su fin y con el atardecer cayendo los chicos finalmente habían decidido volver al hotel - Akira dice que habrá una gran fiesta en su habitación por ser el último día - le informó a sus amigos. 

- Genial, ¿A qué hora? - preguntó Fargan. 

- A las 8:00 empieza, pero supongo que podemos llegar en cualquier momento - aclaró. 

- Eso espero, necesito una ducha urgente - se quejó Alex. Todo el día andando lo tenía pegajoso de sudor.

- A todos nos haría bien una ducha - lo apoyó Willy. 

Al llegar al cuarto dejaron que Alex se duchara primero, después de todo era el más tardado. Eran casi las nueve cuando los chicos llegaron a la habitación donde la fiesta tenía lugar. 

Akira compartía cuarto con otras 3 compañeras también, pero por alguna razón su habitación era mucho más grande que la de los chicos. Lo suficiente como para dar una gran fiesta al menos. 

Todos los chicos de su clase estaban ahí y también los de otras clases. Había música y mucho alcohol por todas partes. 

En cuanto llegaron Vegetta fue arrastrado por Akira y Alex no perdió tiempo en servirse unos tragos y empezar a bailar, volviéndose el centro de atención. 

Willy también desapareció en algún momento, dejando a Fargan solo. Bebió algunos tragos y habló con chicos y chicas de otras clases tratando de encontrar diversión, pero se estaba aburriendo. 

Se estaba aburriendo porque usualmente Fargan se ponía borrachísimo en estas fiestas antes de liarse con alguna tía, pero desde que habían llegado había estado limitando su consumo de alcohol para evitar aquello y terminar engañando a su novia.

No podía más con el aburrimiento. Maldita sea, era su último día y lo pensaba disfrutar. Tenía que ser capaz de controlar sus impulsos.

Comenzó a beber y a beber cada vez más en busca de atolondrar su cerebro y comenzar a divertirse. Y así fue. 

Luego de una hora Fargan había consumido tanto alcohol que se sentía mareado a más no poder. Aún evitaba hablar con las chicas, o al menos coquetear con ellas, pero no confiaba demasiado. 

- ¿Conoces a ese chico del otro grupo? - no pudo evitar escuchar la conversación a sus espaldas - Se llama Alex, creo - agudizó su oído al escuchar el nombre de su amigo de los labios de aquél tipo de la otra clase. 

- ¿El qué es gay? - preguntó su compañero. Fargan frunció el ceño.

- Ese, justo - soltó una risa muy desagradable - Que asqueroso, ¿No crees? - la mirada ambarina del moreno se volvió roja - Lo vi en la pista de baile moviéndose como una chica - dijo de manera despectiva. 

- No creo que... - el otro tipo empezó a hablar, pero no llegó a terminar la oración porque Fargan ya se había dado vuelta y sujetaba el hombro del que antes dijo cosas de Alex. 

- ¿Tienes algún problema con Alejandro? - preguntó con voz profunda, tambaleándose ligeramente. 

- ¿Tu de dónde saliste? - lo retó el otro soltándose de su agarre, estaba casi igual de ebrio. 

- Es Fargan - su amigo le susurró detrás del oído - Es amigo de Alex - le aclaró y el rostro del sujeto se aclaró. 

- Ah, ¡Ya se! - exclamó con burla - Eres el noviecito de ese marica, el que nunca se despega de él - Fargan apretó los labios - No intimidas a nadie, grandulón - pero Fargan sonrió.

- ¿Por qué no me dices eso mismo mañana? Sobrio - le regresó el ataque - Ah, ya. Por la misma razón que no lo dijiste antes, porque eres un puto cobarde - Fargan sabía que había muchas personas en la universidad que se incomodaban con la personalidad de Alejandro, pero se había encargado de mantenerlas a raya desde que conoció al menor. 

Amigos con derechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora