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Tal y como pidió Fargan, se dedicaron a lavar los platos en completo silencio y, una vez terminada esa tarea, se trasladaron a la habitación del menor en el segundo piso. 

En las pocas veces que Fargan había estado en casa de Alex, jamás había entrado a su habitación. 

Siendo que Alex era una persona hasta cierto punto caótica, se sorprendió de que su cuarto estuviera tan ordenado. 

Era un espacio amplio, casi tanto como el departamento entero de Fargan. 

La cama de Alex era de dos plazas y estaba colocada al fondo, junto a una preciosa ventana con un asiento repleto de cojines. Había una lámpara rústica sobre su mesa de noche al lado de un libro, y hablando de libros, Alex los tenía por todas partes. 

No solamente sobre las repisas esparcidas por distintos puntos de las paredes, sino también apilados junto a su portátil sobre su escritorio y en el mueble que sostenía su pequeño televisor de pantalla plana y su consola. 

Su armario abarcaba una pared entera, lo cual no le sorprendía en lo absoluto dado que Alejandro era un adicto a la moda y a las compras. 

- Que lujoso - se atrevió a decir sin perder detalle de la habitación en la que los colores blancos y azules predominaban. Y vaya que podía considerarse lujoso dado que el resto de la casa estaba decorada de manera bastante sencilla.

- Ventajas de ser hijo único - le guiñó el ojo antes de quitarse los zapatos y dejarlos junto a la puerta - No pises la alfombra con los zapatos - le pidió. Porque claro, no podía ser la pulcra y lujosa habitación que era sino tenía una enorme alfombra cubriendo la mitad del piso. 

Alex se adentró al cuarto y, a mitad de éste, saltó para caer de lleno en su mullida cama, soltando un suspiro de satisfacción. 

- Entra, anda - le pidió, pues Fargan seguía medio pasmado en la puerta. 

El moreno finalmente reaccionó, quitándose los zapatos y dejándolos junto a los de Alex antes de entrar y admirar la habitación desde un ángulo diferente. La cantidad de luz que entraba era casi abrumadora. 

- Esto es casi tan grande como mi departamento - se quejó.

- Tampoco exageres - No exageraba. Hizo una nota mental de llevar a Alex alguna vez con él para mostrarle que de verdad no exageraba - Bien, Alex se sentó sobre la cama y palmeó su lado para indicarle que hiciera lo mismo - Ya no tienes escapatoria, vas a decirme que pasa por tu retorcida y "heterosexual" cabeza - exageró las comillas. 

Fargan soltó un largo suspiro, pero le hizo caso y se sentó frente a él. 

- Bueno, le he dado muchas vueltas al tema estos días - empezó a explicar - No me puedo olvidar de lo que pasó entre nosotros, aunque trates de justificarlo en que estábamos ebrios, pero en serio fue un gran alivio para mí - lo miró a los ojos. 

- ¿Aja? - Alex lo alentó a seguir hablando, haciendo su mayor esfuerzo por no escapar olímpicamente de la situación. 

- Te lo expliqué esa noche. Tengo un libido demasiado alto y mi relación a distancia no está cooperando - se rascó la nuca un tanto avergonzado. 

- Y tu mano no es de mucha ayuda, lo recuerdo - trató de aligerar el ambiente. Funcionó, puesto que Fargan bufó disimulando una risa. 

- Bueno, esa noche tu sí fuiste de mucha ayuda, así que estaba pensando en que... ¿Lo podíamos repetir? - volvió a mirar a Alex, quien parecía confundido aún. 

Fargan esperó una respuesta, pero como no llegó siguió hablando.

- Sería solamente para liberarme, unas cuantas veces a la semana y sin compromisos, por supuesto - alzó las manos como si el menor le estuviera apuntando con un arma. 

Amigos con derechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora