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- Buenas noches, chicos - la madre de Alex se acercó y sujetó las mejillas de su hijo para atraerlo a ella y dejar un apretado beso en su mejilla. 

Fargan se puso rígido al ver que al soltar a su hijo se acercaba a él. La mujer se estiró, tomando su mano y tirando de él hacia abajo para obligarlo a poner el rostro a su altura. 

Era un movimiento que Fargan conocía bien, Alex lo hacía bastante seguido cuando buscaba contarle algo al oído o darle igualmente un beso inocente. 

Dejó que la señora Bravo le diera un beso antes de alejarse sonriendo.

- Descansa, mamá - le dijo Alex. Fargan no pudo responder porque estaba demasiado atónito.

El señor Bravo se limitó a abrazarlo simplemente, omitiendo el beso que le daba a Alex como despedida también. 

Luego de que la pareja desapareciera por la puerta de su habitación Alex entró a la propia, invitando al mayor a pasar. 

- Tu familia es muy cariñosa - no pudo evitar resaltar una vez que cerró la puerta tras de sí. 

- ¿Tu crees? - Alex se acercó a su enorme armario. 

- Bueno, la mía no es así - se quitó los zapatos antes de pisar la alfombra. 

- ¿No te besan antes de ir a dormir? - el menor seguía hurgando entre los cajones - Ahora entiendo porque eras tan huraño cuando te conocí - bromeó al momento que finalmente encontró su pijama.

- Supongo que en mi casa van más a la vieja usanza - se dejó caer sobre el colchón - Los hombres no necesitan tantas muestras de cariño y esas cosas... Tu entiendes - Alex entendía, y a la vez no. 

Él era hijo único y deseado. Sabía que Fargan tenía una hermana, desconocía los detalles. El punto era, que sus padres lo habían rodeado de amor y atenciones desde el primer minuto y hasta ahora. 

Entendía que no en todas las familias era igual, que había tenido suerte. Pero no terminaba de imaginarse creciendo en un lugar menos amoroso que el suyo. 

- Háblame más de tu familia - pidió de repente. Fargan lo miró, un tanto sorprendido - Hablas muy poco de ella - Alex se acercó hasta quedar frente a él en la cama - Llevamos 2 años conociéndonos y apenas se nada de ella - sonrió - Y tu ya conoces todo sobre la mía - Fargan apartó la vista, dubitativo. 

- No hay mucho que decir - se rascó la nuca - Mi madre es cariñosa, pero nos da nuestro espacio y valora el suyo - empezó a decir - mi hermana menor es la princesa de mi padre, a ella le da todo su cariño físico y a mí no me toca ni con un palo - se encogió de hombros - Supongo que es normal, los padres siempre tienen debilidad por sus hijas - Alex ladeó la cabeza. 

- Bueno, siempre que quieras cariño paterno, seguro que mi papá esta dispuesto - Fargan levantó la mirada, conectándola con la de Alejandro. 

En su rostro encontró una sonrisa. Igual que siempre. 

Alex siempre sonreía, pero ojo, no todas sus sonrisas eran iguales. 

Fargan había aprendido a distinguir sus diferentes tipos de sonrisas a lo largo del tiempo. Tenía sonrisas cariñosas, amables, tímidas, juguetonas y hasta bobas; pero también tenía sonrisas fingidas, orgullosas, altaneras, egocéntricas y despectivas. 

Tenía tantas formas diferentes de expresarse a través de una sonrisa. Pero la sonrisa que le ofrecía en ese momento era una compasiva y amable. 

Alejandro, un hijo único acostumbrado a la total atención de sus padres, le estaba ofreciendo compartir ese cariño con él. 

Amigos con derechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora