#22

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Los ojos de Alex empezaron a cerrarse con el pasar de los minutos. 

No toleraba escuchar la chillona voz de la muchacha diciéndole melosidades a Fargan, pero poco a poco su cerebro se fue apagando hasta el punto en el que solo escuchaba la voz de Fargan. 

Era una voz dulce y llena de cariño que susurraba cosas amorosas que lo hacían desconocer por completo a su amigo.

Pero fue justamente esa voz la que lo hizo que Alejandro comenzara a arrullarse. 

Mientras más pasaban los minutos más sencillo se volvía apagar la distorsionada voz de Dulce en el fondo para solo concentrarse en la de Fargan. 

Y mientras más se dormía Alex, más fácil le era imaginar que todas esas palabras bonitas eran para él. 

No le había mentido a Fargan aquella noche en la playa. Anhelaba hace tiempo a alguien que le hiciera sentir especial, que lo llenara de cariños, que lo llamara todas las noches que no pudieran verse para preguntarle acerca de su día. 

El romántico sentimiento se apagó en su interior junto con la llamada de la pareja. 

Alex sintió a Fargan moverse detrás de él y supuso que el moreno se reacomodaría para volver a dormir, sin embargo se sorprendió bastante cuando uno de los brazos de Fargan se colocó del otro lado de su cuerpo, acorralándolo. 

Alex abrió los ojos y miró hacia arriba solo para darse cuenta que Fargan lo miraba con una expresión molesta. 

- ¿Qué pasa? - preguntó medio adormilado. 

- ¿Crees que puedes tomar mis cosas y darme broncas con mi novia para luego dormirte e irte de rositas? - Alex estaba casi seguro de que esa pregunta la había estructurado mucho antes de hacerla en su cabeza. 

- Fue un accidente, ¿Si? - le restó importancia. 

- ¿Por accidente tomaste mi teléfono, lo desbloqueaste y revisaste los mensajes de Dulce? - 

- No, no y sí - respondió a las preguntas individualmente - Mo podía dormir, así que tomé tu teléfono para jugar y abrí los mensajes de Dulce accidentalmente, lo prometo. - le aseguró. 

Fargan seguía pareciendo molesto, lo miraba desde arriba con desdé, aunque su tensión se fue reduciendo a medida de que su cabeza se iba inclinando hacia adelante. 

- ¿Qué pretendes? - preguntó Alex sin alterar su expresión cuando quedaban solo unos centímetros para que sus labios rozaran.

- Hablar con Dulce siempre me deja un poco caliente - Fargan finalmente cambió su ceño fruncido por una sonrisa traviesa. Alex hizo una mueca de desagrado. 

- ¿Y eso me importa porque...? - le respondió, fastidiado. 

- Porque tendrás que hacerte responsable, mi niño - respondió de inmediato y con una voz tan profunda que hizo a Alex temblar. 

Además, era idea suya o acaba de llamarlo por ese apodo que él mismo había colocado en su teléfono. 

Las ganas de entregarse por completo a su amigo lo abrumaron, sin embargo, aún tenía su parte racional despierta... Casi tanto como la entrepierna de Fargan. 

- Disculpa, ¿Olvidas que, además de que no me he recuperado, estamos en casa de mis padres? - reclamó en un susurró gritado, la sonrisa de Fargan se ensanchó. 

- Aún te funciona la boca, ¿O no? - antes de que Alex pudiera reclamar lo sujetó por las mejillas con una de sus manos de manera casi violenta - Y por los sonidos ni te preocupes, la tendrás tan ocupada que no podrás soltar ni uno solo - el menor gruñó con la simple idea. 

Amigos con derechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora