13.

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—¿Por qué no me dijiste que era tu cumpleaños?

Heungmin vio con su único ojo disponible, ya que el otro estaba detrás de una pequeña toalla con hielo, se encogió de hombros.

La fiesta de cumpleaños era exclusivamente familiar, pero la razón era porque Heungmin no tenía amigos para invitar, todos habían quedado en Corea y no podían venir.

Obviamente.

Así que solo estaban ellos dos, entre los padres de Heungmin, su abuela y un par de tios porque, de nuevo, muchos vivían en Corea.

—Ni siquiera tengo un regalo, Heungmin —dijo, pero el menor solo se encogió de hombros—. No, no hagas eso, a mí me molesta mucho cuando no me traen un regalo en mi cumpleaños, es que... Es una de las pocas ocasiones del año donde te dan un regalo che.

Sonny lo apuntó y movió el dedo negativamente.

—Bue, yo no me contento cuando quiero regalarte algo.

Eso hizo que el menor sonriera, pero hizo una mueca de dolor cuando el gesto le estiró un poco la herida del labio.

Cristian suspiro, todavía tenía ganas de agarrarle a trompadas a esos chicos.

Los había visto salir del baño, carcajdandose, uno de ellos lo miro con esa sonrisa egocéntrica.

—Tu novio te esta llamando —dijo para luego hacer una O con los labios, burlándose de la mudez de Heungmin—. Oh, cierto... —Y ya no escucho más porque había salido corriendo hacia el lugar.

Heungmin se dio cuenta en lo que estaba pensando el mayor, se acercó a él para apoyar una de sus manos en el hombro contrario, negando con la cabeza para que se olvide del asunto.

El cordobés alzó la vista hacia el pálido.

Sonny era un chico muy dulce, demasiado cálido para un mundo tan frío como este, con personas que querían apagar ese calor que poseía, ese brillo en sus ojos y que planeaban amargarlo.

Cristian temía que, desgraciadamente, habían enfriado bastante la personalidad del chico, aunque con él no era así, en cuanto Heungmin volvía a estar solo, parecía apagarse.

Y no lo merecía, no merecía nada de eso.

—Heungmin, creo que deberías cambiarte de escuela —soltó.

Las palabras hicieron que las cejas del coreano se alzaran, abriendo los ojos con lo que parecía miedo, comenzó a negar efusivamente haciendo señas con su única mano disponible.

El mayor trato de calmarlo, tomando su mano pequeña entre las suyas, conteniendolas.

—Tranquilo che... Shhh, yo me cambiaré de escuela también —dijo sonriendo—. Vamos a estar juntos, seguiremos juntos.

¡!

Yo quiero un Cuti así como este en mi vida.

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