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Cierto día, Heungmin se había lesionado en las prácticas de baile.

Se había doblado el tobillo al pisar mal y apenas fracturado una fisura, como había dicho el médico, la muñeca al caer con todo su peso sobre esta.

Le dolía tanto, que las lágrimas le picaban los ojos, aunque se resistió en llorar y no fue sino hasta que Cristian llegó junto a él, que se escondió en su pecho para que nadie lo viera.

El argentino se había asustado bastante cuando recibió el mensaje de su novio de que si podía ir a la sala de baile, sin más información que esa.

Incluso cuando la señora Son llegó para llevarse a su hijo, el mayor no se separó del menor y la mujer tuvo que firmar para retirar a ambos chicos.

En el camino al hospital, con Heungmin teniendo su muñeca descansado dentro de un pañuelo, atado a su cuello, había dejado de llorar y se empeñaba en mantener la vista baja, apoyando su cabeza en el hombro de Romero.

—No sigas mal —pidió el trigueño, acariciando el pelo y la mejilla del pálido, alzando el rostro contrario para mirarlo.

Heungmin negó, volviendo a acomodarse.

—Sonny —lo llamó, aunque el mudo lo ignoro—. Te conozco, algo te pasa.... ¿En qué pensas?

El menor tardo un momento en negar de nuevo.

Cristian se ahorro un suspiro, tomó a Heungmin por las mejillas volviendo a alzar su rostro.

—Dime —habló con suavidad.

El coreano suspiro. Con su mano libre se señalo a sí mismo, para luego juntar todos sus dedos y tocar su mejilla con la punta de estos.

—¡Sonny! —su madre se enojó un poco, viendo los gestos por el espejo del auto.

—¿Qué significa? —preguntó Cristian.

La mujer suspiro.

—Dijo, "soy tonto"

Cristian lo miro con el ceño fruncido, viendo el mohín en los labios del menor, quién volvía a tener la vista baja.

—Heungmin, no sos tonto —dijo el cordobés con suavidad—. ¿Por qué serias tonto? ¿Por caerte? Eh, es algo que le pasa a cualquiera.

Heungmin sacó su cuaderno.

"Soy tonto porque no sé coordinar. Me caí por bailar mal"

—No bailas mal —respondió Cristian automáticamente, negando con su cabeza para enfatizar—. Heungmin, vos sos el mejor bailarín que he visto.

"Tú no ves bailar a nadie más que a mí"

—No voy a perder mi tiempo viendo bailar a otros cuando puedo ver al mejor bailarín del mundo —replicó el trigueño mirándolo directamente.

Heungmin bajo su cuaderno, sin nada más que decir, sus mejillas se tiñeron de rojo y Cristian dejó un sonoro beso en ambas, haciendo que la señora Son riera por la escena.

¡!

Cristian acompaño a los Son hasta el hospital, quedándose junto a su novio todo el día y entre vueltas que tuvieron que dar, comenzaba a atardecer cuando al fin pudieron volver a casa.

La señora Son le ofreció a Cristian llevarlo hasta su casa, pero Heungmin se negó, pidiendo con señas al mayor que se quedara con él mientras se acurrucaban más sobre su novio.

La mujer no podía decirle que no a su hijo, así que llamó a la madre del cordobés para decirle que se quedaría con ellos.

Por la noche, Heungmin con su pijama, una muñequera azul que le recomendaron no quitarse salvó para bañarse, y Cristian con ropa cómoda. Permanecieron un rato hablando, frente a frente, lo suficientemente cerca para poder hablar en susurros y escucharse perfectamente.

Bien, solo Cristian hablaba en susurros, pero para ellos era una conversación baja.

—Todavía no le dije nada a mis papás sobre lo nuestro —murmuró el mayor, por lo que Heungmin puso ojitos de perrito, que le partieron un poco el alma.

"¿Le dirás?"

—Estoy esperando el momento —respondió—. No quiero tener que reunirlos, sentarnos en la mesa del comedor y decirles que me gustan los chicos... Bueno, que me gusta un chico, que estoy enamorado de él y que me corresponde mis sentimientos, por lo que somos la mejor pareja del universo —sonrió, provocando que Heungmin sonriera también, sumando a que le había parecido las más lindas palabras.

Heungmin asintió, comprendiendo.

—Temo que no sean comprensivos como tu familia —continuó ya más serio—. O como Cristina, a ella sí le dije.

Heungmin asintió, emocionado, pidiendo que continúe.

—Me pidió ser la madrina de la boda —Cristian rió un poco—. Y de todos nuestros hijos.

Heungmin también rió, el corazón de Romero explotó un poco de ternura.

"Ya tenemos una lista de padrinos y madrinas" escribió Heungmin.

—Tendremos que hacer muchos niños para satisfacer a todos —sonrió de forma pícara.

La sonrisa del menor flanqueó un poco.

"¿Tú quieres tener hijos?" preguntó.

El argentino se encogió de hombros.

—No es algo que me muera por tener, pero me gustaría, alguien día.

Heungmin tardo un momento en reaccionar, mirándolo con algo que parecía pena, hasta que tomó su bolígrafo y escribió.

"Sabes que los hombres no pueden tener hijos entre ellos, ¿no?"

El mayor se sintió un poco mal por el chico.

Desde que lo conoció, el menor siempre fue inseguro, no sabía el porqué, pero él permanecía a su lado para decirle todas sus certezas.

Aunque con frases como esas, Cristian se planteaba si Heungmin dudaba de su relación.

El trigueño se acercó un poco más al cuerpo del pálido.

—Siempre se puede adoptar, Sonny. Además, como dije, no es algo que me muera por tener. Puedo ser feliz con o sin ellos, mientras te tenga a vos, puedo ser feliz incluso con nada.

Mute › Cutison. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora