𝗖𝗮𝗽 𝟭𝟲. Demo.

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—¡Parar el autocar!—Gritó Alvaro cuando hice el amago de vomitar.

Ansu se había dedicado a hacerme ahogadillas todo el tiempo que nos estuvimos bañando y habían sido varías las veces que me había pillado desprevenido y había tragado agua.

Al final había salido perdiendo él porque Pedri lo había tenido casi un minuto bajo el agua, sacudiendose como una lagartija rogando piedad mientras me reía intentando limpiarme los pulmones a base de toser. Tampoco se puede decir que él fuese el único jugando el jueguecito de ahogar, porque estaban todos unos encima de otros como críos.

La cuestión, habíamos terminado con varios miembros con dolor de garganta por toser, otros con arañazos y hematomas, otros quemados por negarse a la crema de sol y Ansu sin dejar de ser Ansu pero toqueteando los cangrejos de las rocas y evitando a todos por haberse quedado con el trauma de estar a punto de morir ahogado por Pedri.

—¡Calla Alvaro!—Le dijeron para que dejase de gritar preocupado.

—Voy a vomitar, ehh.—Dramaticé, sintiendo de verdad el agua salada haciéndome estragos en el estómago, pero tampoco para llegar al nivel de vomitar.

—¡Tú, para!—Me gritaban varios compañeros del autobús repudiándome como a la peste.

Yo me intentaba aguantar la risa pero era demasiado divertido ver el teatro que hacían solo por creer que vomitaría.

—¡No aguanto!—Grité y todos empezaron a chillarme y tirarme cosas a la cabeza, desde bolsas hasta cantimploras, para que vomitase dentro de ellas. Actué una arcada.

—¡Gavi!—Me gritó Pedri frotándome la espalda y yo me empecé a carcajear.

—Que es broma anda.—Les dije volviendo a incorporarme en el asiento, aunque más mareado que antes. Todos me echaban pestes y la calma se volvía a instalar en el autocar.

—Que tonto que eres.—Me dijo Pedri.—¿Estás bien de verdad?—Preguntó mirándome mientras me frotaba la rodilla.

—Un poco mareado, solo.—Le contesté respirando hondo e intentando relajarme para dormir el resto del viaje.

—Cualquier cosa me dices.

—Yo controlo.—Respondí.

Minutos después estaba depositando el contenido de mi estómago completo en una bolsa de plástico de algún supermercado de la zona.

—Que asco tío...—Decían todos mirándome vomitar con repulsividad.

—¿No decías que aguantabas?—Preguntó Ansu asomado al pasillo y levantándome las cejas.

Yo le miré con desagrado y él volvió a su respaldo riendo con malicia, cabrón.

—¡Qué pestes!—Chillaron por el fondo del autobús haciéndome esconder la cara en la bolsa de la vergüenza. Sí que era fea la situación.

—¡Cállense la boca, pestes ustedes que la mitad se van a ir a dormir con el olor a alga en los pelos!—Les gritó Pedri a todos acariciándome la espalda de arriba a abajo con una fuerza un poco desmesurada.

Aún así las puyas no pararon y se escucharon abucheos durante todo el viaje, al menos hasta que el conductor tuvo la decencia de bajarse a tirar la bolsa en una estación de servicio y comprarme chicles.

Para cuando volvimos a arrancar el sol ya se estaba poniendo, por un momento pensé que Pedri tenía mucha suerte, porque estaba contra la ventana y sus vistas eran de envidiar, pero cuando disimuladamente enredó sus dedos entre los míos supe que yo era el afortunado. Con ese pensamiento me dormí contra su hombro sintiendo que todo estaba correctamente alineado por primera vez desde que habíamos llegado a Qatar.

Andromeda || Gavi & PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora