capitulo 56

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Para Tadashi la verdad nunca había sido un trago tan amargo, todo lo que creyó había sido una mentira, su vida, toda su vida solo había sido una ilusión. La verdad lo había herido tanto que por un instante se dijo que hubiera sido mejor nunca haberse enterado de aquello, pero luego quiso cegarse y pretender que Drago le estaba mintiendo.

-No es verdad. Nada de eso es cierto, mi madre era muy buena, estás mintiendo- acusó Tadashi a Drago.

-¿Alguna vez lo he hecho?- interrogó Drago -Amigo Gregorio, tú me conoces desde hace mucho, dile al muchacho. ¿Alguna vez he mentido?

El padre Gregorio sabia que la muerte nunca mentía, pero no quería seguir lastimando al joven Tadashi, es por eso que guardó un extremo silencio que Tadashi interpretó perfectamente. Lo supo, Drago estaba siendo muy sincero.

Si Tadashi no pensara que llorar no era de hombres se hubiera echado a llorar al igual que lo había hecho Jack hace minutos pero este intentó tragarse aquel nudo que tenia atorado en la garganta.

-Al igual que el arcángel Miguel derrotó al diablo y lo mandó al infierno lo mismo hizo aquel ángel con tu madre que a decir verdad no era tan buena como piensas- confesó Drago.

-¿Odiarías a los ángeles porque uno haya asesinado a tu madre? Ya sabias que los ángeles mandan a demonios al infierno, pero nunca imaginaste que tu madre iba a estar del lado de los malos, y por cierto, ella era igual de cruel que cualquier demonio. No era tan bienhechora como crees. Ahora debes decidir Tadashi de qué lado irte, vengar la muerte de tu madresignificaría matar ángeles, estar del lado oscuro. O bien puedes seguir siendo lo que eres, un caza demonios, uno de los bonachones. Decídelo entonces.

Tadashi no era el único patidifuso en ese aposento, Astrid no podía dar crédito tampoco a lo que escuchaba, Jack en cambio siempre lo supo pero nunca fue capaz de confesarle tal cosa a ese gran amigo suyo y ahora se sentía culpable por la reacción que pudiera tener su compañero quien estaba en ese momento inmerso en sus pensamientos y dudaba mucho sobre que pensar o en quien confiar, se incorporó luego para farfullar con los labios temblorosos -Nada va a cambiar, seguiré siendo el mismo.

El padre Gregorio y Jack se llenaron de alivio al oírlo decir aquello y en ese instante Tadashi decidió olvidarse de todo lo relacionado con su madre, se prometió a sí mismo no volver a recordar nunca más su pasado y confiar en los únicos que tenía que eran Jack y el padre Gregorio, quienes eran como su propio padre y hermano para él.

Así fue como todos los que estaban allí se propusieron tener un nuevo comienzo.

Rostock - Alemania

Jack había comprado una casa alejada encima de una montaña en Rostock con el dinero que consiguió vendiendo su gigante casa de Londres, allí comenzaría su nueva vida junto a su esposa Astrid, la adolescente de 18 años que lo enloquecía como ninguna chica o mujer podía hacerlo. Su vida desde la llegada de ella había cambiado tan rápido que él todavía no podía creerlo, aun recordaba ese primer día que la vio, ese día cuando su hombro golpeó con el de ella y sin demora ellagiro para mirarlo, recordaba lo atractiva que encontró a esa moza desde la primera vez que la miró a los ojos, sus recuerdos se nublaron de repente cuando fueron un poco más allá y recordó cuando ella lo llamó Hiccup. Ese mismo día en el que la conoció ella ya amaba a Hiccup, solía suceder, todo el cosmos lo llamaba de esa forma, él no comprendía por qué siempre era comparado con su hermano mientras que a Hiccup nadie nunca lo llamaba Jack.

En su interior, Jack sentía como se acrecentaban aquellos celos, envidia y resentimiento hacia su propio hermano, pero era algo que no quería sentir, no quería odiar a Hiccup pero cada vez le costaba más porque notaba lo mucho que Astrid amaba a ese chico. La observó mientras ella estaba de frente a una de las ventanas de su nueva casa mirando hacia afuera la altiplanicie cubierta con nieve, con la cazadora de Hiccup puesta, la chaqueta gabán que Hiccup le había dejado sobre los hombros antes de marcharse, a Jack le afligió mucho verla hundir su cara en ese abrigo negro para olfatear el aroma todavía cargado de Hiccup.

Sus apegados amigos Tadashi y el padre Gregorio estaban también alojándose en la casa de Jack, pues él les había ofrecido quedarse con él el tiempo que desearan.

Muy decidido Jack se abrió paso hasta Astrid y rodeó su cintura por detrás, aprisionándola contra su cuerpo con tanta firmeza que ella no pudo apartarse y se exaltó porque no sintió siquiera cuando él se había acercado y no se esperaba la repentina sensación de la piel de él acariciándola. Ella sintió los labios de él recorriendo sucuello lentamente, clandestinamente caviló en que se sentía bastante bien, Jack la deseaba en esa oportunidad de forma diferente y nada podía impedirle tenerla, estaban casados y nada podía convertirlo en un pecador, además Hiccup no estaba cerca para impedirle nada, pensó que podía dar riendas sueltas a cualquier cosa que deseara hacer, se detuvo para limpiar una borrosa lagrima que corría por su mejilla y alcanzó llegar hasta su cuello.

-¿Por estás llorando?- alegó Jack.

-No estoy llorando- mintió ella.

-Me gustaría que por una vez en la vida no pretendieras hacerte la valiente y dejaras de mentirme. Ya dime porque lloras princesa- la sensación de las ondas sonaras que emitía la voz de Jack con los labios cercanos a su oreja le causó a Astrid un espasmo y un hormigueo palpitante.

No le contestó, ella sabía que la respuesta a su pregunta iba a lastimarlo y en el fondo Jack lo sabía también es por eso que no insistió en preguntárselo para dedicarse a lo que en realidad deseaba, la deseaba a ella, acarició su suelta melena y apreció el tenue olor a shampoo de frutas que este destilaba acompañado del cálido olor de su cuello a crema de baño, pero también se escapaba esa fragancia a perfume para hombre que llevaba impregnado el saco de Hiccup. Jack se apresuró a sacar aquella chaqueta de su camino y delicadamente posó sus manos en cada uno de los lados del cierre abierto de la misma, él sabía que Astrid iba oponerse a separarse de la prenda de Hiccup si se la sacaba a la fuerza, entonces procedió a hacerlo de forma lenta y sensual, de modo que este pequeño percance pasara desapercibido, debajo de esa chaqueta ella llevaba unas tres camisas y un sweater que habían sido obsequiados por Jack antes de partir a Alemania sabiendo que su lugar de destino era bastante frío, a Astrid le costó desprenderse de la prenda que había dejado que su marido le quitara, dejó esta rodar por sus brazos y escuchó cuando cayó al suelo haciendo un intrascendente sonidito ahogado. Jack entonces odió que Astrid ya tuviera el olor de Hiccup adherido al cuerpo, inclusive después de deshacerse del abrigo ella seguía oliendo como él, pero no fue impedimento alguno para Jack, quien demasiado deseoso palpó la piel de Astrid con sus labios, rozó su cuello que era lo único que llevaba desnudo además de la cara, y se dispuso a seducirla, sabía que ella estaba empezando a disfrutar así que con todas las intenciones utilizó sus encantos de ángel como arma de seducción, esta era la primera vez que él seducía de verdad a una mujer, nunca había siquiera pensado en tener que hacerlo jamás, pero ahí estaba tratando con esmero de hacerla caer directo a sus brazos, con las manos puestas en sus caderas saboreó el vaivén de sus curvas que inocentemente a veces no podía evitar mirar y ella solo disfrutaba de él, de su aroma y de sus caricias, era muy cierto cuando ella le había dicho que lo quería mucho al estar a punto de morir, era tan cierto como la existencia de los ángeles y los demonios, lo quería con demasía y se afianzaba a la idea de que él no la abandonara alguna vez igual que lo había hecho Hiccup.

¿Olvidarse de Hiccup estando con otro hombre?

Astrid meditó sobre eso, lo intentaría, pero sabía que no tendría éxito, mucho menos cuando ese hombre era igual al que ella amaba, pero aun así debía darle la oportunidad a Jack que se merecía.

-Como quisiera que me amaras- murmuró Jack.

-Yo te amo- mintió de cierto modo.

Jack sabía que era una mentira pero se negó a creer que no era así.

El rostro encendido de Astrid le proporcionaba a Jack sentirse más vivo, subió sus manos hasta la cara inocente de su joven esposa y el destello del anillo de oro en su dedo le hizo recordarse que estaban casados.

-Estamos casados- dijo involuntariamente -Eres mi esposa por el resto de mi vida, no existe divorcio válido para separarnos, cuando te casas por la iglesia tienes un compromiso de amor hasta el día de tu muerte, solo una vez puedes casarte ante Dios y tú eres la única persona con quien deseo estar mi princesa.

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Espero les guste🥛

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enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora