capitulo 39

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Sentí un dolor terrible en el pecho y un vacío profundo en mi corazón al tener a Hiccup en brazos sufriendo tanto.

Entonces comprendí la razón por la cual el padre Gregorio no se detenía: en una esquina oscurecida por las sombras estaba la misma mujer de cabellos rojos de aquella noche, la del sensual vestido rojo, ahora llevaba un vestido negro demasiado pero demasiado corto y cubierto por un abrigo abierto largo que le llegaba hasta los tobillos tal como si fuera una capa negra, también llevaba unas altas botas de tacón en cuero también negro que llegaban hasta sus rodillas.

En sus manos temblorosas había un gran arco cargado con una flecha y apuntando directo a mí. Tragué saliva y la miré a los ojos. Ella disparó la flecha y en menos del tiempo en que podía parpadear sentí el filo de la flecha atravesar mi pecho cerca del nacimiento de mi cuello, el dolor fue cortante y me dejó tendida junto a Hiccup en el suelo, desde la frialdad del piso de mármol observé a Tadashi que tenía puesta su mano izquierda sobre su hombro derecho que estaba herido y en su misma mano derecha empuñaba el cuchillo que había sacado de su hombro, segundos después esta arma voló por los aires y se hundió en la garganta de la chica demonio.

Ella quedó desmayada ante el impacto y ante el conjuro del padre Gregorio. Hiccup parecía tener ahora menos fuerza ya que apenas podía gritar, más bien gemía de dolor y seguía revolcándose a mi lado.Hasta que el padre Gregorio no se aseguró de que la mujer había muerto no dejó de recitar su "conjuro". A penas este acabóde hablar Hiccup se tranquilizó, se tumbo en el suelo y jadeaba como si hubiera estado corriendo. Cerré los ojos intentando esquivar el tremendo dolor de la herida causada por la flecha que seguía clavada en mi pecho. Sentí la presencia de Hiccup más cerca de mí.

-Astrid, ¿estás bien?- me susurró su melodiosa voz preocupada -Háblame, dime algo.

Abrí mi boca intentando balbucear algo para tranquilizarlo pero ningún sonido salió. El dolor en mi pecho se intensificó cuando sentí la flecha deslizarse fuera de mi cuerpo y comprendí que era Hiccup que sacó con cuidado el arma que estaba dentro de mí. Aún con los ojos cerrados sentí los brazos de Hiccup levantándome del suelo.

-Salgamos de aquí- escuché la voz del padre Gregorio.

Pude sentir como Hiccup caminó algunos metros conmigo en brazos, noté cuando descendíamos por unas escaleras y escuchaba los pasos de Tadashi, Jack y el padre Gregorio seguirnos. Yo me encontraba extremadamente mareada, tras mis párpados lo único que mis ojos veían era oscuridad, mi corazón me dolía literalmente y sentía como latía con mucha dificultad, todo mi torso estaba bañado en sangre y sudor, sentí que estaba a punto de perder el conocimiento cuando Hiccup me dejó en un húmedo suelo de tierra bastante mojada.

-¿Astrid, me escuchas?- me habló la voz de Hiccup o Jack.

No logré hacer nada más que asentir levemente con la cabeza. Justo en mi pecho donde estaba mi marca media luna sentí las suaves manos de Jack donde también estaba la enorme herida abierta causada por aquella flecha. El dolor se calmó inmediatamente y advertí como la abertura en mi piel se sellaba, Jack pasó entonces sus manos hasta mi cabeza que también paró de dolerme de inmediato, hizo lo mismo poniendo sus manos luego en mis piernas casi desnudas gracias a que el vestido estaba ligeramente levantado por un descuido, también tocó mis brazos, hombros, clavícula, garganta, abdomen, mejillas. Cada tacto y cada roce de sus manos me hacían sentirme llena de vida y me daba una fuerza bestial, me relajé esperando hasta que sanaran todas mis heridas y luego de que esto ocurrió abrí mis ojos, lo primero que fue los hermosísimos ojos de Jack.

Tomé una bocanada de aire para hablar, sólo logré decir un simple "Gracias" balbuceado con dificultad. Jack se apartó y pude ver el cielo azul oscuro repleto de nubes grises y una luna llena plateada y brillante. Traté de levantarme para quedar sentada y las manos de Hiccup se posaron en mi espalda para ayudarme a levantar. Jack fue directo a Tadashi, puso su mano sobre su hombro y curó su herida. Observé mi cuerpo bañado completamente en sangre seca y también húmeda, y restos de sudor caían por mi frente, también restos de lágrimas mezcladas con sangre mojaban mis mejillas.

-No me toques- se quejó Hiccup cuando Jack quiso ponerle sus manos encima para curarle.

-Pero debo...- replicó Jack.

-No quiero que te hagas el angelito conmigo- refunfuñó Hiccup.

Jack ya no tenía las enormes y hermosas alas tras su espalda pero seguía todavía sin camisa y a la luz de la luna se veía perfecto. Hiccup estaba más bien lleno de sangre seca y heridas. Me levanté para ponerme de pie con ayuda de Hiccup, aún seguía algo mareada y caminé junto con Hiccup que rodeó mi cintura con uno de sus brazos.

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enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora