capitulo 72 - Final

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Segundo Encuentro

Muchos años más tarde, luego de que el mundo se había recuperado de su apocalíptica guerra en la que el bien había sido vencedor, cuando la humanidad nuevamente tuvo que echar raíces y comenzar desde cero, dos almas separadas por la muerte luchaban por encontrarse de nuevo.

Reencarnada en el mismo cuerpo y con el mismo nombre, Astrid Hofferson nació miles de kilómetros apartada de su amado, pero ella no lo sabía, ni siquiera podía recordar lo que había sucedido en su vida pasada, no tenía la menor idea de que su solo propósito en esta vida era encontrar a ese caballero que era la otra mitad de su alma.

Ella, nacida un 21 de Marzo en Inglaterra, era la heredera del trono puesto que su abuela era la reina.

La joven Astrid de 15 años era educada, refinada y opulentamente sabionda, nada comparado con la chica salvaje que una vez había sido en otra de sus vidas.

Muy lejos de ella había nacido en su misma carne y con el mismo nombre Hiccup Haddock el joven había nacido un año antes que la chica entonces solo era un joven de unos 16 años de edad, poderosamente forrado de dinero, su familia era una de las más adineradas de la ciudad de New York, el chico rebelde y libre había sido criado en una academia militar para ser guerrero en el ejército, cosa que realmente nunca le gustó pero solía aparentar que sí.

Narra Astrid:

Paris - Francia

¿Que podía ser más divertido que viajar a otro país para un evento social?

Todo.

Ya yo estaba harta de tener esas malditas "responsabilidades de aristócrata".

Ahíestaba yo, envuelta un colosal y pesado vestido rosa, en La Casa Grande de Paris para celebrar el cumpleaños de la histérica hija de Madame Leonella. ¿Quiénes son? Gente importante o de la realeza, no tiene importancia.

En el jardín posterior de la hacienda donde se celebraba la festividad había una caballeriza con jamelgos y un copioso espacio para soltar las riendas. Sin permiso de nadie me subí a un hermoso corcel europeo blanco.

Iba a toda velocidad tratando de escaparme de las responsabilidades que me correspondían. El viento frío me soplaba en la cara refrescándome ilustremente, mi atuendo y mi cabello ondeaban al compás de las hojas de los árboles y la brisa del mar, el glauco prado estaba cubierto de hojas secas y flores cárdenas y níveas que los arbustos estaban soltando, caían sobre mi cabeza como una llovizna de pétalos y ornatos de otoño, la luna estaba llena y plateada, se montaba refulgente en el firmamento azul marino. Lo único que yo percibía era el sonido del galope de mi corcel y las hojas secas quebrándose bajo sus herraduras. De pronto un eco absorbente se escuchó entre el muro de arboles del jardín inmenso, era el estrépito del sonido del vuele del caballo.

Mientras seguía corriendo a toda velocidad con mi palafrén vi pasar a toda marcha una sombra fuliginosa tan rápido que no logré distinguir lo que era, mi caballo también lo percibió y enloqueció, comencé a perder el control de las riendas y el caballo enfurecido comenzó a relinchar y a correr más y más vertiginoso, cuando escuché con atención me percaté de queeran dos caballos los que relinchaban, rodeándome en círculos volví a ver la misma sombra pasando de forma veloz, miré con atención para darme cuenta de que era un forastero en un corcel negro quien al parecer suponía muy agradable hacer enloquecer a los caballos de los demás, tal vez se le hacía divertido verme vacilando para controlar a la bestia.

El otro desconocido siguió dando molinetes con su caballo a mi alrededor, en un punto mi corcel enloqueció todavía más y nada podía hacer para controlarlo, corría a toda velocidad hasta que me mandó a volar lejos, caí del caballo dando vueltas a lo largo del arsenal de hojas del suelo, me golpeé la cabeza y la espalda, tumbada y adolorida en todo el cuerpo vi al caballo negro acercándose a paso muy lento, mi atención fue raptada por el joven que iba encima del animal, el muchacho veía de vestido con ropa formal, saco, corbata y brillantes zapatos de vestir negros, daba la apariencia de ser medianamente alto allá sentado sobre el corcel, era absolutamente apuesto, con cabello rizado , soberbios ojos verdes, esbelto, labios jugosos y rosáceos, de tez blanca en el punto perfecto de bronceado, sus mejillas estaban relucientes y ruborizadas, llevaba coloreada en el rostro la sonrisa más agraciada y picara que yo pudiera haber visto jamás, sus dientes blancos y perfectos resplandecían y tenía un misterioso aspecto bárbaramente matador. Un chico amenamente sexy. Se aproximaba con cautela verificando que yo estuviera bien, o viva. Empecé a alzarme hasta quedar sentada, fulminé al chico con mi mirada y fruncí el ceño, lo vi detenersecerca de mí y desmontó su caballo.

enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora