— Firme aquí.
Firmó, dándose de alta con ese papel.
Dos semana internada después de un aborto espontáneo por estrés y dificultades en las respuestas inmunitarias de su cuerpo, y seguía igual de destruida que el día en el que se lo habían dicho.Le habían repetido miles de veces que la inseminación artificial era más insegura, pero había intentado no creerlo.
Siete meses de embarazo no eran fáciles de olvidar, para nada. Estaba segura de que nunca lo haría.
— Bien, es suficiente, puede retirarse. — le dijo la mujer, archivando su ficha de ingreso.
Se levantó, saliendo de la habitación con rapidez.
Quería irse a su casa, acostarse en su cama y nunca jamás volver a levantarse, pero extrañaba demasiado tomar café.
Compró uno en la cafetería del hospital, riendo con ironía cuando vio el vaso en el que se lo habían entregado.Publicidad sobre cuidado de maternidad.
Quería romper el vaso con sus dientes, escupirlo y pisarlo hasta que dejara de existir, pero se contuvo, simplemente dando un trago al caliente líquido.
Cuando salió del hospital respiró gustosa. Hacía demasiado frío, pero el sol le golpeaba el rostro y le daba algo de calidez.
Empezó a caminar. Sabía que había una parada de autobús a algunas cuadras que la dejaba cerca de su casa.
El camino era tranquilo, eran las diez de la mañana y no había tanto tráfico.Se sentó en la parada del bus, mirando sus pies. Aquel sentimiento de tristeza volvió a su pecho cuando recordó que antes no podía verlos por su pancita.
Acarició su abdomen. Estaba vacío. No había nada allí. Su bebé estaba muerto. Había muerto por su culpa, porque no era capaz de tener un hijo.
Una lágrima iba a escapar de sus ojos cuando escuchó unos pasos pesados aproximarse.
Levantó su mirada asustada, viendo a un hombre alto y grande acercarse a ella corriendo con un bebé en brazos y un biberón en sus manos.
El pánico en sus ojos azules era muy evidente.
— Ayuda, por favor. — pidió. Ella se levantó en un solo segundo, caminando a él, acortando la poca distancia que los separaba. — No-No sé que le sucede...
— Tranquilo, tranquilo, no es nada. Yo te ayudaré. — murmuró, tomando al bebé en brazos.
La bebé tosía, mirándola con sus bonitos y grandes ojos celestes iguales a los de su padre.
La colocó en vertical, meciendola un poco, mientras con sus dedos masajeaba un poquito su esternón.Después de unos segundos la niña expulsó pro su boca un poquito de leche, dejando de toser al instante. La mujer con una sonrisa le limpió su boquita con su babero, mirando a su padre.
— Está bien, solo se estaba ahogando un poquito con la leche.
El hombre suspiró, liberando sus músculos de tensión. Se tocó el rostro con alivio, mirando al cielo por un momento.
— Muchas gracias, no sabía que le pasaba, estaba muy asustado y solo te vi a tí. — murmuró, viendo cómo su bebé otra vez estaba curiosa, observando todo a su alrededor.
— No hay ningún problema, encantada de ayudar. ¿Estabas dándole de comer?
— Si, en mí auto. Pero no sabía cómo tomarla. Busqué un tutorial pero se ahogó y-
La mujer le sonrió otra vez. — Ven, siéntate aquí, puedo ayudarte.
Caminó al asiento en donde estaba anteriormente, siendo seguida por el alto hombre que se sentó junto a él.
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with you | Ghost
RomanceCuando le dijeron que había perdido a su bebé no podía creerlo, se sentía destruida. Su instinto materno seguía a flor de piel, por eso cuando un hombre se acercó a ella con una bebé diciendo que no sabía que le sucedía no había dudado ni un segund...