• 04: picnic.

22.8K 1.8K 959
                                    

— ¿Te gusta, princesa? — murmuró encantado, viendo cómo su hija jugaba con aquel peluche de perrito que le había comprado sobre aquella manta de picnic que había colocado.

El pasto era grueso y acolchado en aquel parque. Era precioso, varios niños jugaban a su alrededor.

El clima era bastante cálido ese día, por lo que le había puesto un enterizo con dibujos de fresitas y en sus pies solo medias blancas. Un gorrito le cubría la cabeza, también a conjunto.

De todas maneras en su mochila tenía una chaquetita del mismo tono y algunas mantas por si refrescaba.

A diferencia de su hija, el estaba vestido de negro, con una gorra negra que lo cubría del sol y de las miradas de las personas.

— ¿Quién es la princesa de papá? — murmuró, besando su gordita mejilla. La niña reía mientras lo miraba. No soltaba su perrito por nada.

Levantó su mirada, viendo a la mujer caminar a él con una bolsa de tela en sus manos y un pequeño bolso en donde probablemente solo entraba su celular y algunas pertenencias pequeñas.
Tenía puesto un Jean azul suelto, con una camiseta negra tal vez demasiado grande para ella, pero le quedaba genial.

— Hola, _______. — la saludó con una sonrisa, invitándola a sentarse junto a él dando unas palmadas sobre la manta.

— Hola Simon, ¿cómo estás? Espero no llegar tarde.

— Claro que no, llegas justo a tiempo. Nosotros llegamos hace un momento, queríamos ganar un lugar con sombra. — relató, tomando a su niña en brazos. La levantó, entregándosela a la mujer que la tomó en sus brazos con cariño al instante.

Su mirada cambió a una más risueña, más dulce.

La niña la abrazó. Había soltado su amado perrito solo por ella, mirándola con adoración.

— Hola, Princesa... Te traje algunas cosas. — dijo feliz, entregándole a Simon la bolsa de tela. — Es ropa de bebé, si quieres puedes quedarte con algunas...

— Oh, vaya... Gracias... — susurró apenado con una pequeña sonrisa. Abrió la bolsa, notando que había muchas prendas en tonos azules, blancos, anarillos y marrones. — Que bonito. Mira preciosa, esta tiene un osito. — dijo mientras le mostraba una camiseta, siendo ignorado por la niña que solo jugaba con el cabello de la mujer. — Uh, que mala...

_______ rió encantada. — Me alegra que te guste. En mí casa están sin uso, así qué...

— Me encantó, gracias. Yo no había comprado mucha ropa para ella así que ahora repite mucho sus conjuntos. Estoy seguro de que va a estar feliz de tener ropa nueva.

— Es un placer.

Él las miró. La atención de la mujer estaba sobre él, pero su hija solo la quería a ella.

— Siempre que estás tú desaparezco para ella. — dijo celoso, haciendo reír a la mujer. — Tal vez está necesitando de una presencia femenina cerca...

— Si, tal vez. — dijo con una sonrisa, acariciando los cabellos de la niña. — Y yo estoy necesitando de una presencia adorable como la suya.

— ¿Señorita?

Ambos se giraron al escuchar una tierna voz a sus espaldas.

— Oh, Ollie. — dijo feliz, recibiendo un abrazo gustoso del niño, que la rodeó por su cuello con cuidado de no lastimar a la bebé. Ella con disimulo alejó a Amelia hacia Simon.

— ¡La extrañamos mucho, señorita! ¿Cuándo va a volver? — preguntó con un puchero, abrazandola con más firmeza cuando Simon tomó a la niña.

with you | GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora