• 07: Pa-pá.

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— Te amo, te amo, te amo. — murmuró Simon, besando las mejillas de su hija. — Por favor portate bien o voy a morir, ¿okay?

La niña lo miró sin entender nada de lo que decía, pero encantada de que su padre le hablase y le diese besos, intentando imitarlo.

Simon escuchó atentamente los balbuceos de la niña, sonriendo al escucharla.

No quería irse. Nunca había odiado tanto su trabajo como en ese momento.

— Tienes toda la razón, mí niña. — asintió ante los dulces sonidos que salían de su boquita. — Si, claro, coincido totalmente.

________ salió del baño y los miró riendo.

— ¿De qué están conversando?

— Política. — bromeó y la mujer carcajeó.

— Vaya... Que interesante. — dijo cuando pudo recuperarse de la risa, viendo cómo Amelia la miraba mientras sonreía. — ¿Qué pasa, princesa? ¿Tienes hambre, quieres tu biberón?

— Mamá. — dijo, estirando sus brazos hacia ella. Simon se la entregó, mirando la hora.

— Maldita sea... Ya tengo que cambiarme.

— Ve, vamos a mirar un poquito de tele.

La mujer se sentó con la niña en el sofá mientras el hombre corría a su habitación.

Había traído una maleta con sus cosas más importantes y se había instalado en la habitación de huespedes, prometiéndole al hombre que utilizaría su cama para dormir con la niña cuando él partiera.

Estaba feliz de poder cuidarla por tanto tiempo, pero le preocupaba Simon. Era obvio que era un trabajo difícil y tenía miedo por él.

No quería ni imaginarse que algo le pasara, la destruía.
¿Que iba a hacer Amelia con eso?
No podía siquiera pensarlo.

Ella miraba atenta la televisión, murmurando algunas cosas mientras la mujer la acunaba en sus brazos.

Cuando Simon salió de la habitación las miradas de ambas se centraron en él.

— Vaya... — murmuró la mujer, solo para la niña. — ¿Tú papá se ve guapo, o no?

Simon sonrió, acercándose a las dos y sentandose en el sofá al lado de la mujer, haciendo que sus piernas rozaran.

— Estoy listo, así que me puedo quedar un momento más con ustedes.

_______ le entregó a su hija, viendo cómo se acomodaba al instante y él le daba besos.

— Tu uniforme es realmente intimidante. — dijo impresionada, tocando un bolsillo enganchado en la cintura del hombre. — ¿No es molesto tener tantas cosas atadas por todas partes? 

— Un poco, pero cuando lleno todos los bolsillos con cargamento puedo pesar hasta el triple de lo normal. — dijo divertido. — Y espera a que me ponga la máscara, te va a parecer más intimidante.

— ¿Por qué usas una máscara? — preguntó curiosa.

— Para ocultar mí rostro.

— ¿Pero por qué? Eres guapo.

Él rió. — Es bueno que creas que lo soy, pero no es por eso.

— ¿Y por qué te dicen Ghost?

— Uhm... Supongo que porque soy sigiloso.

— ¿En serio? ¿Tú? — dijo riendo. — ¿El que el otro día se levantó en la madrugada y despertó a su hija porque se cayó y tiró todo en la mesa?

with you | GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora