(1) Esta canción ya se escribió

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-De haber sabido que iba a tener que subir tantas escaleras ni me gastaba en traerme tantas cosas - Lionel dijo para si mismo arrastrando sus valijas por los escalones sucios de su nueva residencia.

Nunca había pensando que el edificio no iba a tener ascensor pero sabía que no tenía derecho alguno a reclamarle a nadie, estaba viviendo de prestado y se quería dar el lujo de exigir cosas.

Iba con la cabeza tan llena de cosas que termino llevándose por delante el último escalón, para su suerte no se cayó porque milagrosamente se sostuvo de la baranda dejando caer el bolso que traía en esa mano.

-¡La puta madre! - exclamó, observo desde donde estaba el bolso que lo esperaba nuevamente en el descanso, al menos unos veinte escalones abajo.

Resignado soltó el resto de cosas y se dispuso a ir por el.

-Te lo alcanzo si queres- Pablo que venía subiendo las escaleras detrás de él se ofreció a ayudarlo al ver la escena.

-Ah... dale, gracias- contestó Lionel desde arriba.

Desconfiado esperó que el tipo de rulos al que probablemente le sacaba cabeza y media subiera la escalera.

Mordió su labio cuando notó el esfuerzo animal que estaba haciendo para subir su bolso.

Bajo tres escalones y tomó el bolso de sus manos.

-Pero ¿que te trajiste acá adentro? mira que el departamento está amueblado, eh - Pablo exhalo el aire que había guardado haciendo fuerza.

Lionel sabía mejor que nadie que no podía confiarse en cualquier tipo que se cruzara.

-Cosa mía lo que traigo - soltó con brusquedad. Giró su cuerpo y agarró el resto de sus cosas.

- Era un chiste, disculpa - la voz de Pablo sonaba lejana para cuando Lionel se había encaminado por el pasillo.

Pablo cerró la puerta tras suyo y se apoyó contra ella dejando caer el peso de su cuerpo. Suspiró cansado.

Todavía le faltaba más que la mitad del día y ya estaba agotado. Y para colmo se había intentado hacer el gracioso con el vecino nuevo y le había salido mal.

Soltó una risita amarga al pensarlo.

Munca había tenido problemas con ninguno de sus vecinos, vivía en ese edificio desde hacía más de quince años.

El departamento al final del pasillo siempre había sido un ir y venir entre diferentes inquilinos pero nunca nada fijo. Se sabía que le pertenecía a un chico joven que lo había heredado de uno de sus abuelos pero nunca nadie lo vio poner un pie allí. Sacando eso, siempre hubo un buen ambiente entre los vecinos del quinto piso.

Miró el reloj que decoraba su pared; porque solo hacía eso, decorar. No tenía pilas. Pablo igualmente insistía en verlo de vez en cuando. Siempre pensaba 'hoy voy al chino y traigo pilas' pero nunca lo hacía. El tiempo nunca le sobraba, ni para ir por un triste paquete de pilas.

Dejo su bolso sobre una de las sillas que rodeaba la mesa del comedor y busco de entre los bolsillos del camperon su celular.

Eran pasadas las dos de la tarde.

No tenía tiempo ni para pensar en que podía comer que ya tenía que entrar al colegio. Decidió usar los pocos minutos que tenía a mano para arreglarse un poco. O al menos hacer el intento.

Mariela, la profesora de geografía, lo había invitado a ir por ahí a comer algo y Pablo, que no cazaba una, dijo iluso si dale por que no?

cuidame el corazón (scaimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora