–Hay un bar, acá cerca... no sé, podemos ir si querés. No tengo más cerveza.
En realidad lo que Pablo estaba haciendo era buscar cualquier excusa para quedarse con Lionel, aunque sea por un rato más. Estirar eso que parecía el paraíso.
Pablo, que estaba sentado en el sillón, jugaba con el pelo de Lionel que estaba sentado entre sus piernas en el piso, en algún momento se había caído intentado explicarle algo al profesor y no había tenido la voluntad de levantarse. Además de que las manos de Pablo parecían muy entretenidas como para moverse.
Se habían movido de la cocina porque la mesa fue acumulando cada vez más mugre. La botella, las copas y varias latas estaban por todos lados esparcidas entre los platos y fuentes sucias.
–No tengo un mango
–Yo invito
–No sé Pablo
–¿Por qué no?
Y fue la sonrisa que lo convenció. No pudo decir lo que pensaba, pero tampoco planeaba hacerlo. Era muy orgulloso para admitir que le daba vergüenza aceptar la invitación sabiendo que lo más probable es que él nunca iba a poder sacar a Pablo a tomar algo. Tampoco creía que Pablo quisiera que lo vean mucho junto a él pero iba a dejar que se de cuenta solo de aquello.
Se tragó el orgullo y los pensamientos y se levantó del frío piso, se sacudió el pantalón y estiró su mano en dirección a Pablo que lo miraba sin disimulo.
–¿Querés que te pose?– preguntó riéndose, Pablo que estaba en otra no se dio cuenta de lo que había dicho y lo miró confundido.
La mueca de Pablo le pareció entre graciosa y tierna, y no vio mejor opción que tirarse encima de él para llenarlo de besos por todo el rostro.
–¿Por qué sos tan lindo? Lindo lindo lindo
Entre cada palabra había un beso y Pablo estaba totalmente entregado a todo ese amor que estaba recibiendo.
Quería quedarse en esos brazos para siempre. Deseaba que el calor del verano nunca llegara; que el invierno, la vida misma, se detuviera ahí mismo. En esos besos y en esos mimos.
Pero sabía bien que nada era para siempre así que iba a conformarse y disfrutar de lo que le dieran. O eso era lo que él quería creer.
Lionel por su parte también estaba atravesando pensamientos muy parecidos. Pensaba en lo mucho que le gustaba como se sentía la piel del más bajo en sus labios y como quería seguir sintiendo esa cercanía lo más que pueda. Pero el miedo a que Pablo lo rechace seguía presente, ese hombre que estaba en sus brazos no sabía nada de él. Solo sabía lo que él quería que sepa pero tarde o temprano el resto de cosas iban a salir a la luz y no había nada que pudiera hacer.
Después de una larga sesión de besos en el sillón bajaron como pudieron las tediosas escaleras y fueron rumbo al barcito que Pablo siempre veía pero nunca se animaba a entrar, dándole vergüenza ir solo.
A pesar de que el camino era bastante corto Lionel no paró de hablar un segundo. Pablo descubrió esa noche que todo lo que no decía durante el día haciéndose el misterioso y el malo se le soltaba con un par de copas. Hablaba de todo y de nada, hasta se llegaba a cuestionar si era que le hablaba a él o simplemente decía lo que pensaba en voz alta.
De todas las cosas que decía solo pudo seguirle el hilo a su pasión por los perros. Habían visto unos perros comiendo las sobras de un restaurante y otros durmiendo. Lionel se detuvo a admirarlos, forzando a Pablo a hacer lo mismo.
–¿No los amas?
–¿Al qué?
–A ellos. Míralos. Comen todos juntos, parecen una familia. El negrito es el hijo mayor, mira como cuida a los otros.– señaló muy metido en sus ideas. Pablo lo miraba y le parecía lo más lindo que había visto, quería meterse en su cabeza y ver a más detalle lo que estaba pensando.
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cuidame el corazón (scaimar)
FanfictionLionel se muda temporalmente al mismo edificio donde vive pablo. Lionel se gana la vida como puede y va de quilombo en quilombo, Pablo es un profesor de literatura que vive una vida demasiado tranquila. El amor los va a atravesar de más de una form...