(7) Pueblo chico, infierno grande (TW)

246 44 24
                                    

ADVERTENCIA: a lo largo de este capítulo (y probablemente los que le sigan) se hace mención de situaciones de abuso sexual (no explícito)
.
.
.

Lionel tenía cosas más importantes que hacer como para estar perdiendo el tiempo en seguirle el juego al vecino pero por alguna razón era lo único que quería. No quería buscar otro trabajo, no quería contestar esos mensajes que se le estaban acumulando, no quería tener que preocuparse por la comida. Él sólo podía pensar en lo tierno que se veía el hombre que vivía enfrente cuando caminaba rápido para no tener que saludarlo, en como tartamudeaba cuando era inevitable cruzar palabra.

Fumaba un cigarrillo a modo de desayuno, los últimos pesos que le quedaban en la billetera los había mandado para Santa Fe intentando apaciguar un poco la deuda que tenía.

Le daba vergüenza pensar en como había huido dejando todo atrás. Pero no había forma alguna para que él siguiera viviendo cómo lo hacía.

Su padre los había dejado solos un día cualquiera de abril cuando tenía once años, él no tenía idea de todas las cosas que iban a pasar después de eso.

Volvió del colegio y la casa estaba vacía, faltaba el televisor, la radio, la ropa de su padre y sus zapatillas favoritas. No supo que pensar y solo espero. Espero hasta la noche, cuando llego su madre de trabajar. Paso toda la noche consolandola. No hizo falta que lo dijera, él había entendido que estaba pasando. O eso creía. En el fondo siempre estaba a la expectativa que volviera a entrar aquel hombre por la puerta y que todo vuelva a la normalidad. Aunque su mamá nunca se enterara, Lionel esperaba al día siguiente volver de la escuela y que todo estuviera como antes, espero una semana, un mes... y nunca nada volvió a ser como antes.

Su madre había tenido que buscar otro trabajo para poder mantener la casa en orden. Se mudaron varias veces a lo largo de ese mismo año. Iban de lugar en lugar dejando atrás cada vez más cosas.

Para finales de ese año su madre había conocido otro hombre, según ella era mucho mejor que su padre. Se mudaron con él pero la convivencia no duró mucho porque a los meses dicho hombre le dio a elegir a la mujer entre una vida con el donde nunca volvería a trabajar y su hijo. La primera oferta era muy tentadora, sumado a la habilidad de manipulación de su pareja.

Lionel volvió a rebotar de casa en casa, donde más había durado fue en lo de una tía pero ella nunca estaba.
Había aprendido de mala manera que esa casa era casa de nadie, entraban y salían montones de mujeres y hombres, de todas las edades y vidas diferentes.

Cuando llego su cumpleaños número dieciséis, ya harto de todo decidió ese mismo dia que iba a salir a trabajar, que iba a dejar el colegio e iba a salir adelante como pudiera. Consiguió trabajo ayudando en una verdulería, no era la gran cosa pero era lo que se podía permitir a su edad y teniendo en cuenta su situación estudiantil.

Muy ilusamente creyó que los míseros pesos que le pasaban le iban a alcanzar para algo más que una habitación triste en una pensión de mala muerte. No tenía que comer ni sabía cuánto tiempo iba a durar así hasta tener que volver con la cola entre las patas a pedirle a su tía que lo deje volver.

Pero el orgullo le era más fuerte y siendo joven e ingenuo se dejó endulzar por las palabras del hombre para quien trabajaba. Le había permitido quedarse unos días con él hasta que se acomode. Cuando creyó que las cosas iban a mejorar se choco contra la dura realidad, esa misma noche recibió una visita indeseada en donde le habían hecho un hueco para dormir. "A ver si sos tan bueno como tú madre" es lo único que recuerda de esa noche.

Volvió con su tía y prometió terminar el secundario con tal de no tener que volver a vivir con la incertidumbre de donde iba a dormir o que iba a comer.

cuidame el corazón (scaimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora