Lo despertó el sol que entraba por la ventana y le pegaba de lleno en la frente. Apretó los ojos intentó seguir con su sueño pero no lo consiguió.
Tengo que tapar esa ventana
Abrió los ojos, se sentó en la cama y estiró sus brazos, se cuestionó si realmente iba a ir a trabajar con ese frío. Pero no había otra opción, hoy tenía que pagar un par de cuentas para poder respirar en la semana.
Lionel había agarrado una changuita en una panadería. Cocinaba, limpiaba, atendía o hacía lo que sea que se les ocurriera ese día a sus jefes. Él, sin decir nada, hacía lo que le pidiesen.
Se abrigo mucho porque el camino hasta la panadería era largo y no podía darse el lujo de enfermarse.
Llegó en horario, porque si había algo que odiaba era la impuntualidad.
–Buenos días – su voz grave retumbó en el lugar vacío. Salió de la puerta de la cocina la mujer con la que trabajaba, Claudia.
–Ah pibe sos vos. Veni, ayúdame a terminar de armar los sanguches de miga – volvió por la misma puerta y Lionel la siguió sacándose algunas de las capas de ropa que tenía encima para estar más cómodo.
Se encargó de cortar mientras escuchaba atento a Claudia que le explicó que esa mañana iban a estar solos trabajando porque los dueños habían ido a visitar a una pariente que había enfermado.
Claudia era una mujer grande por lo que Lionel sabía que iba a tener que hacer su mayor esfuerzo para no cansar a su compañera.
Había pasado más de media mañana y ya no aguantaba más. Entre amasar, limpiar, meter y sacar de los hornos se había agotado pero a eso tenía que sumarle que por alguna razón parecía que todo el barrio se había puesto de acuerdo en ir a comprar.
Se apoyó sobre la escoba que había usado para barrer el desastre que había hecho cuando entre apuros se chocó con una bolsa de pan rallado. Se secó el sudor con la manga de la remera.
–Ni siquiera nos pagan tan bien como para tenernos así – miraba a su compañera que no había parado un minuto en toda la mañana.
–Y andate si no te gusta, no es mucho pero es trabajo. Y trabajo honesto. – Claudia parecía haberlo leído con solo mirarlo, Lionel se sintió intimidado, sentía que alguien más sabía sus secretos.
No sé gasto en responder y volvió a trabajar.
Estaba acomodando las facturas que recién salían en los canastos detrás del vidrio.
Fue el ruido de la campana en la puerta que alertó la llegada de un nuevo cliente. Al estar agachado solo pudo ver las piernas del hombre que había entrado, se tomó su tiempo. Le gustaba lo que veía. Porque si, Lionel tenía bien aceptado que a él le gustaban los hombres.
Se hizo el boludo y siguió acomodando, aprovechando que el hombre no dijo nada, parecía concentrado pensando en que llevar.
Las piernas eran su mayor debilidad.
Se levantó y saludó con un tono más seductor de lo usual pero se quedo callado al ver de quién se trataba.
–Lionel, ¡que casualidad! – Pablo sonaba realmente alegre por la sorpresa de encontrarse con su vecino.
Lionel se reprochó haber estado babeando por las piernas de Pablo.
Todos los hombres que vienen acá y vos te venís a fijar justo en tu vecino.
–¿Como estás... Pablo?
Pablo asintió todavía con una sonrisa, Lionel sabía su nombre. Desde aquella noche donde se habían presentado solo podía pensar que Pablo le quedaba muy bien a ese rostro, a esa nariz, a esos rulos y ahora debia agregar que a esas piernas también.
ESTÁS LEYENDO
cuidame el corazón (scaimar)
FanfictionLionel se muda temporalmente al mismo edificio donde vive pablo. Lionel se gana la vida como puede y va de quilombo en quilombo, Pablo es un profesor de literatura que vive una vida demasiado tranquila. El amor los va a atravesar de más de una form...