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El atardecer suele poseer un toque nostálgico. El final de un día, la culminación de un pequeño ciclo de horas en el que pueden suceder un sin fin de cosas.

A Yoongi los atardeceres suelen traerle agrios recuerdos. Fue durante el acontecimiento de uno que sus hermanos y él se escabullían entre los bosques del clan para dirigirse a la frontera al encuentro con su amigo el shifter zorro, fue un atardecer lo último que sus hermanos y él compartieron. Sin embargo, mientras admiraba como la luz de día se iba desvaneciendo en la frontera a través del marco de la ventana más que sentirse disgustado el desconcierto se enterraba en su ser.

Admitía que no podía atribuir ni un gramo de esa sensación al hombre que yacía en estos momentos acostado inconsciente boca arriba en el maltrecho mueble de madera que parecía caería a pedazos apenas otro peso más le fuese colocado encima.

Claro que le generaba un poco de curiosidad su naturaleza aun desconocida, así como su repentina aparición. El hecho de haber soltado sin tacto alguno que es hermano de Jimin como si fuese algo cotidiano como ver las nubes moverse en el cielo era más que un motivo para estar intrigado. Causaba que su despertar fuese relevante para aclarar sus palabras.

Lastimosamente, el verdadero culpable de su estado de ánimo no dormitaba en el mueble sino en su interior.

Horas atrás, su dragón se agitó en alerta cuando percibió que algo no estaba bien con su compañero. La ira subió como bilis por su garganta cuando lo encontró siendo sostenido con fuerza por aquel desconocido, y finalmente explotó viendo rojo al observar la marca que el agarre del hombre dejó sobre la nívea y tersa piel del omega.

Lo que prosiguió a eso, fue todo menos bueno. Él tomó el control. El dragón rompió las cadenas con las que le tenía confinado con una facilidad que no debía siquiera existir. Subió a la superficie empujándolo sin el mínimo problema hacia abajo, y si no fuese por aquel grito desesperado dado por el omega llamando al dragón este sin duda alguna habría acabado con la vida del hombre. Ahogó un gruñido de disgusto de solo pensarlo.

No acaba de aceptar que la bestia en su interior por primera vez en toda su vida doblegó su voluntad. No le dio tiempo ni de reaccionar. Era inaceptable para él.

Cumplir el castigo con éxito dependía de mantener un perfil bajo, lo cual implicaba que no solo no podía transformarse en la enorme criatura que estaba anclada a él, sino en mantener la conciencia de esta misma bajo su mando. El que el dragón lograra salir a la superficie sin que pusiera resistencia era como una alerta en letras grandes y rojas que le gritaban que si ya pasó una vez una segunda no era un hecho, así como tampoco una garantía de "No sucederá".

Eso le generaba inquietud tanto como coraje. El cumplimiento de su castigo se veía en peligro. Y el problema en sí mismo no era el castigo. Si no Buraksan y Yudal que cada vez parecían estar más encima de él. Los lideres de las capitales eran cautelosos con sus acciones y sus palabras cuando las dirigían hacia su persona. Aun así, no era necesario ser un buen observador o analista para darse cuenta que estaban buscando puntos débiles en él, así como una mínima brecha por la que introducirse para llegar a Jimin. Eran tan directos y a su vez cautos, lo fastidiaba.

Dio una profunda inhalación, para seguido de ello tratar de vaciar junto a sus pulmones todo pensamiento que girase sobre ese tema. No era el momento ni el lugar para debatir consigo mismo y hallar las fallas que estaba cometiendo, menos cuando al parecer no era el único que se sentía abrumado.

Retiró su mirada del paisaje exterior, para guiarla a donde el omega, este se mantenía quieto junto al mueble de madera más pequeño de la sala. Su rostro aparentaba serenidad, aparentaba porque que su mente estaba en caos, el enlace entre ellos era incapaz de ocultárselo.

Alma De Dragón 🐉《ʏᴏᴏɴᴍɪɴ》 《ᴋᴏᴏᴋᴠ》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora