🐉ଞ

10.9K 1.5K 366
                                    

Jimin se sentó sobre sus rodillas -cuidando de no maltratar su ropa- a la orilla del pequeño arroyo que pasaba a metros detrás de la casa.

Hundió la cubeta de madera y la sacó una vez estuvo llena, seguido de ello se tomó el atrevimiento de por unos segundos observar su rostro reflejado en la limpia y cristalina agua.

Nunca había tenido oportunidad de verse con detalle, en Busan los espejos eran cosa de ricos y los pocos que existían en la casa Taecyeon los había roto contra sus hombros cuando le decía lo horrible que era.

Y estando en Jeolla nunca había querido verse en el espejo del hotel.

Sabía que era diferente, que físicamente no se parecía en nada a como eran los demás habitantes, y ahora que se podía observar con detalle lo comprobaba mejor. La piel, el cabello, los ojos, inclusive esas pecas sobre sus mejillas, todos en Busan eran castaños y de ojos miel, no tenían pecas ni cabello rubio platinado.

Durante el tiempo que estuvo en Jeolla no había encontrado a alguien como él. Los otros tenían un tono de piel claro, pero no como el suyo, y nadie tenía iris grises claros con un tono verdoso esmeralda en el contorno.

No había nadie que se pareciera a él o al menos no lo había encontrado.

Jimin metió las manos al arroyo haciendo un pozo con ambas para recoger agua y mojar su rostro.
El agua se sentía fría, pero refrescante, bien para su gusto.

Llevaba ya doce días viviendo con el padre de Yoongi.

Jihoon había sido muy amable. Era un omega de pocas palabras, de carácter silencioso y reservado, pero realmente agradable.

Tenía un olor a frutos silvestres y miel fácil de identificar.

Era también muy bonito, tenía la piel nívea de Yoongi, sus finos labios y esos ojos gatunos que parecían ver a través de tu alma. Para ser un omega era alto, al menos ocho centímetros más que él, y a pesar de ser delgado su fisonomía y musculatura lucían fuertes, atléticas.

Había resultado sumamente fácil adaptarse a la vida con él.
Cosechaban sus alimentos de la tierra fértil y el arroyo les proporcionaba agua cristalina y purificada.

Jihoon le permitía andar en los espacios alrededor de la casa tanto como quisiera, al igual que le permitió hacerse de un pequeño espacio en las tierras que cosechaban para plantar sus flores y plantas propias de Busan.

El lugar siempre era reinado por silencio y pequeños sonidos de las hojas cayendo, los árboles moviéndose y alguno que otro animal pequeño avanzando a lo lejos.

Las noches eran frescas, pero acogedoras.

Aún así, a pesar de que Jimin había tenido más tranquilidad y calma de la que no había tenido en años se sentía extraño, pero no fuera de lugar.

Más bien sentía un vacío en el fondo de su ser.

De alguna forma u otra Jimin sabía que eso que sentía era provocado por Yoongi, por la falta de su presencia, habían estado juntos poco más de un mes, tiempo en el cual el alfa había cuidado de él como nadie.

Tiempo en el cual Jimin sabía que su omega y él se habían enamorado del hombre y el dragón.

Yoongi no solo lo había rescatado de las garras de Taecyeon, lo había llevado lejos de Busan, del pueblo que lo despreciaba y trataba como si fuese la peste.

Le dio nueva vestimenta, una libre alimentación, medicamentos para su piel, la oportunidad de tener amigos y de poder tomar decisiones propias sobre si mismo.

Alma De Dragón 🐉《ʏᴏᴏɴᴍɪɴ》 《ᴋᴏᴏᴋᴠ》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora