De Ida y Vuelta [4/?]

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Entrar al palacio imperial por primera vez en mas de una decada se sintió... extraño, ciertamente se había desacostumbrado a este tipo de arquitectura, las columnas y jardines, el bonito porton de la entrada y el camino empedrado, el paisaje en general era bonito. CUando estuvo casada, cuando su amado Swong y sus preciosos Jeung y Seowoong estaban vivos, solían salir del país una vez al año de vaciones. 

Penelope conoció muchos lugares, idiomas diferentes, culturas y otras personas. Personas que fueron amables con ella sin ninguna obligación de serlo. 

Penelope fue amada, fue amada por su esposo, fue querida por sus suegros, fue respetada por sus hijos. Penelope fue una mujer feliz. Cosas que en Eorka jamas pudo pensar, las obtuvo totalmente en otro mundo sin humillarse a si misma, sin mendigar por eso.

"<Swong>" Había llamado Penelope a su esposo el día despues de la boda, los dos todavía estaban en la cama del hotel de su luna de miel, con una sonrisa alegre en su rostro que incluso sus ojos se curvaban en medias lunas "<Swong>" Repitio el nombre de su esposo con emoción en la garganta. 

Él la había mirado con esa suave sonrisa, estiro su mano y acaricio su mejilla con los dedos. 

"<Penelope>" La llamo con una voz suave y amorosa, una voz que ella jamas penso que iba a escuchar cuando dijeran su nombre "<Cha Penelope>"  

Ambos se habían reido como niños que habían hecho una travesura, como si se hubieran robado un caramelo y estuvieran ocultado la evidencia en ese momento. Fue un momento feliz, Penelope no creía haber sido tan feliz como en ese momento. Desafortunadamente la felicidad no es eterna, Penelope había aprendido esa lección a las malas, solo lo había olvidado por la comodidad en la que estaba. 

La muerte de su padre

La muerte de su madre

El collar

El ducado

Su celebración de mayoría de edad. 

Lo admitía, fue su culpa haber confiado en eso, cuando la tragedia la golpeo brutalmente de nuevo, sacudio todo su mundo y le tomo mas tiempo del que tenía el recuperarse. 

Tomar a su hija, las libretas de banco y apenas pudo reunirse con personas de confianza que le facilitaron una manera de escapar de los crueles accionistas que las querían fuera de la vida para poder reclamar lo que pensaban que les pertenecía. 

"¿Penelope?" La voz del duque la hizo recordar que estaba en el carruaje, agito la cabeza para mirar al hombre ahora canoso que la veía con preocupación "¿Estas bien?

"Si, su gracia, es solo... estaba pensando en algo" Se cubrio los ojos con una mano y suspiro, pasando pro alto el gesto de dolor que el duque hizo "Lo siento, gracias por acompañarme al palacio" 

Se suponía que el duque iría a visitarla, pero cuando llego, le sugirió ir juntos al palacio para informar que había vuelto, ademas de anotar a su hija en el registro de nobles. Siyeon apenas iba despertando en ese momento y Penelope no quería sacarla de la mansión todavía. Así que contra su voluntad, tuvo que dejarla en su nueva habitación. 

"<Si alguien te hace algo, me dices cuando regrese>" Le habia dicho antes de irse. 

"No es necesario agradecerme, soy tu padre, es mi deber estar para ti en momentos como este" Le dijo el duque sonando mas suave de lo que Penelope alguna vez recordo dirigido a ella. Pero lo escucho antes, cuando el hombre extendió sus brazos a la llegada de Yvonne. 

Penelope no dijo nada mas mientras regulaba su respiración,  lentamente para no empezar a llorar cuando los recuerdos de su familia la asaltaron brutalmente en este pequeño espacio. Cuando el carruaje se detuvo, tomo aire de nuevo y apreto los ojos antes de abrirlos, el duque salió primero del carruaje. 

Historias Cortas [LMEEUFPLV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora