|: "Una máscara perfecta"

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[1933 - Nueva Orleans - Luisiana]

—Lamento mucho lo de su hijo, señora Ana.

Le dije a mi pobre suegra, quien no paraba de llorar ni de sonarse la nariz con su pañuelo.

—Gracias.... —me respondió en un tono cansado y bajo, sonandose otra vez la nariz— sé que lo amabas mucho, siempre lo demostrabas. Estoy agradecida por como lo has tratado y has estado para él en todo, querida.... En verdad te lo agradezco, lo habías hecho muy feliz en estos últimos meses.

—No tiene por qué agradecerme tanto, señora. Fue un verdadero placer para mí haber estado con su hijo... —bajé la mirada hasta mi mano, viendo el brillante anillo dentro de mi dedo anular—. Me hubiera encantado ser su esposa...

Ella no se veía con ánimos de seguir hablando, simplemente sonrió un poco de  boca cerrada y puso una mano en mi hombro como forma de apoyo.

—Me hubiera encantado que hubieras sido oficialmente parte de nuestra familia, Adela.

Le regresé la sonrisa amable. Miré detrás de ella a su esposo, quien se acercaba a nosotras en compañía de mis padres.

—¿Lista para irnos, Ana? —le preguntó dulcemente a su esposa. Poniendo una sonrisa forzada para no romper en llanto otra vez como hace rato.

La mujer bajó la cabeza y asintió lentamente, escapándose otra lágrima.

—Que descansen... Lo necesitan.

Les dije a los dos. Asintieron y no dijeron nada más, alejándose de mí y de mis padres. Después de unos segundos se nos acercó otro familiar de mi ex prometido, su tío Róger.

—¿Estás contenta ahora, Adela?

—¿Disculpe? —alzé una ceja.

—Eso era lo que querías, ¿no? Que mi sobrino desapareciera y lo dieran por muerto para poder quedarte con su fortuna.

Me puse furiosa ante lo que me dijo, no hice nada de esfuerzo en ocultarlo.

—Está muy equivocado. Piensa así de mí porque nunca le caí bien, pero aunque usted no me crea, yo lo amaba mucho, y no lo quería por su dinero, sino por cómo era él mismo y me trataba.

—Claro, y a mí me gustan los hombres —sonó burlón. Él era el típico tío homofóbico—. Sigo sin tragarme las mentiras que me dices, quién sabe en cuántas cosas más nos habrás mentido. ¿No será que en realidad la causa de su desaparición fuiste tú la culpable?

—Le voy a pedir que deje de hablarle así a mí hija. Ella ya dejó muy en claro que no tuvo nada que ver con su desaparición, ¿por qué lo haría si lo amaba? No le vemos sentido —le respondió mi padre, defendiéndome.

—Estoy seguro de que le hizo algo a mi sobrino, y lo voy a probar. Recuerden que soy detective desde hace años.

—¿Y cuáles serían esas pruebas?

—Lo descubriré, no sé cómo las conseguiré, pero haré lo necesario y posible para demostrar quién fue el culpable y la causa de su desaparición.

—Y cuando lo encuentre y se dé cuenta de que mi hija no fue la culpable, estaré esperando su perdón.

Roger no dijo nada, dirigió su mirada a mí una vez más, viéndome con desprecio como si yo fuera la causante de que existieran todas las enfermedades del mundo.

—No te ves para nada triste.

—No me gusta deprimirme en funerales, mucho menos llorar en frente de la gente —respondí rápidamente.

Strange Obsession [Alastor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora