XII: "Secreto"

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Todos se encontraban en la cocina, algunos cocinaban, mientras que los otros nada más estaban para charlas con ellos. Para que el ambiente no fuera aburrido.

El locutor no podía dejar de sentirse nervioso. No quería que nadie estuviera en la casa mientras Adela estuviera ahí, atrapada por él. Pero por la gran sonrisa que siempre cargaba en su rostro, nadie se daba cuenta. Debía actuar normal, no quería que nadie sospechara de él por lo que les dijo Charlotte.

—Al, estás cortando muy rápido las verduras, cuidado —le sugirió la pequeña Niffty.

—¿Qué? —el castaño no escuchó lo que dijo, cuando la miró, se cortó por accidente en su dedo índice.

—Carajo, Alastor —Husk se acercó a su amigo, visualizando la sangre que salía con rapidez de la cortada—. Andas muy despistado y raro hoy. ¿Qué mierda te pasa?

—No es nada —le aclaró de forma cortante—. Solo estoy agotado del trabajo.

—¿Tú agotado? Pero si te encanta trabajar y amas tu trabajo, por eso eres el dueño de la única estación de radio de la ciudad —comentó Rosie, extrañada.

—Ay, Al —Mimzy se acercó muy preocupada al castaño para ver su herida, con cara de tristeza—. Pobrecito, déjame...

—Yo iré a buscar el alcohol —Husk le cortó a Mimzy—. Tú estate a cargo de seguir cocinando. Mientras yo voy, Al deberías lavarte la mano.

—Mejor yo voy por el alcohol —se interpuso Al.

—Cállate y anda lavándote la herida, que yo voy a buscar el alcohol. Para de ser obstinado y deja que te ayuden, maldita sea —rodó los ojos del fastidio, y se marchó de la cocina.

El castaño no pudo sentirse menos tranquilo con eso.

El hombre de pelo negro subió las escaleras y se adentró al pasillo, donde habían muchas habitaciones.

Después fue que cayó en cuentas de que era la primera vez que venía a casa del locutor, así que no sabia dónde quedaba cuál habitación.

Se puso a abrir algunas puertas, adivinando cuál sería la del baño. Abrió una que era diferente a las demás, su diseño era diferente, y estaba decorado con colores más... pasteles.

Puso una mueca de confusión pensando si ese sería el baño, esperaba, pero cuando la abrió se llevó la sorpresa de ver a una mujer pelirroja atada a la cama.

Sus ojos se abrieron de par en par por la impresión, después de unos segundos se acordó de que esa no era cualquier mujer, era la que había ido a su bar hace unos meses y ahí mismo conoció al señor Alastor, y era la misma chica de la foto que les enseñó la rubia más temprano.

Adela abrió los ojos medio dormida, y se percató enseguida de la presencia de alguien que la estaba viendo desde la puerta. Sus ojos los abrió tan grandes como pudo tratando de pedir ayuda con ellos, que viera su desesperación para que la desamarraran. Ni siquiera podía gritar por tener una cinta que le tapaba la boca.

—¡Husker! ¡¿Qué tanto haces ahí arriba?! ¡Sigo esperando el alcohol! —escuchó la voz del castaño llamándolo desde abajo.

Unos nervios horribles se empezaron a expandir por todo su cuerpo. No pudo responder ni tampoco moverse de su sitio. La chica estaba pidiéndole ayuda, pero su amigo estaba esperándolo abajo y sabía lo enojado que se pondría si dejaba escapar una de sus víctimas.

—¿¡Husk?! —escuchó sus pasos subir las escaleras.

Lamentándose por dentro, actuó lo más rápido y cerró la puerta silenciosamente, alejándose de ella después para ir a las escaleras.

Strange Obsession [Alastor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora