XVI: "La cruda infancia"

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La infancia de Alastor y Adela no fué de lo más normal que se podría decir. Los tipos de crianza que les dieron sus familias fueron distintas, pero igual de turbias.

En el caso de Adela, siempre fué una jovencita apartada de los demás. Era callada, reservada y seria, porque se lo pedía su madre, que siempre le exigía que se portara así en público. Por alguna razón, ella llamaba la atención de algunos de los niños varones de su escuela, tal vez era por su apariencia bien presentable y delicada, y a la vez misteriosa. Su padre siempre la arreglaba para ir a la escuela, la bañaba, le ponía su uniforme, le peinaba su cabello rojizo y la dejaba tan linda que quería comersela a besos, de manera cariñosa.

La niña cada vez que podía, se volvía novia a escondidas de algunos de los niños que se le confesaba. Todos ellos acabando muertos, y sus padres dándolos por desaparecidos al no haber hallado nunca sus cuerpos.

Azkeel, el padre de la niña, siempre mostró descontento ante a esa idea de que su hija tuviera novio, aunque no fuera algo serio, no le gustaba, pero su esposa le importaba muy poco y seguía exigiéndole a su hija que trajera carne nueva cada mes. Era muy simple para ellos disfrazar la verdad al momento de ser interrogados por la policía cuando se enteraban que uno de los niños desaparecidos tenían una amistad con su hija.

Durante toda su infancia, le enseñaron lo esencial y todo lo que hacía su familia para que se fuera acostumbrando poco a poco. Querían enseñarla a participar en los rituales que se hacían, pero al todavía ser una niña, no entendía nada de nada y no mostró interés más nunca en eso (al menos le dieron en eso la opción de participar o no); comer toda clase de carne que se le pusiera en el plato, especialmente la carne humana, que aunque al principio le supiera un poco rara en comparación a como sabía la carne normal, le empezó a gustar de a poco, y se dió cuenta de lo sabrosa que era, y lo delicioso que lo preparaba su madre; además que le enseñaron métodos de tortura hacia sus víctimas, llegando a enterrarlos vivos después de caer en las trampas de osos que eran colocadas por ella en la tierra del bosque, después de intentar escapar. Pues su casa se encontraba en frente de un gigantesco bosque, alejado de la población, como les gustaba.

“Debes vestirte siempre de forma llamativa y elegante, así llamarás siempre la atención de los hombres. ¿Quieres hacer sentir orgullosa a tu familia trayendonos carne?” siempre le repetía su madre, con una sonrisa encantadora.

La pelirroja siempre asentía a todo lo que le decía su madre. Aprendió a no mostrar muchas emociones en frente de ella, pero lo soltaba todo cuando se encontraba sola en su cuarto, llegando a hablar sola en muchas ocasiones. No la dejaban tener amigos, y tenía una relación rara con su madre, que a veces se olvidaba de servirle su plato de comida. Así de mala madre era. Después de todo, tuvo una hija que no fué planeada.

Adela pensaba que se entendía mejor con su padre, que siempre él le sacaba conversación y buscaba una excusa para sacarla a pasear y comprarle las cosas que ella quería, incluso era más amoroso y expresivo con ella que su madre. No importaba cuántos años pasaran, aún seguía sin entender por qué parecía que la despreciaba, y se negaba a preguntárselo.

Los años pasaron, y hubo un momento en el que la familia se encontró en un aprieto. Se encontraban en una crisis económica, y lo peor es que habían perdido sus trabajos, buscando desesperados algún lugar en el que les dieran empleo, y dentro de poco los consiguieron de profesiones que les gustaban, pero para eso se tuvieron que mudar. Fué entonces cuando ella y toda su familia se trasladaron a Nueva Orleans. Se veía una ciudad muy linda y acogedora, pero no era para ellos, ya que siempre había música y buena vibra en todos lados, y ellos eran más conservadores. Así que, una vez más, en cuanto tuvieron el dinero después de meses de ahorro, compraron una casa alejada de la población, pero no en frente de un bosque esta vez.

Strange Obsession [Alastor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora